El grito silencioso o…el grito silenciado

AutorBernardo Hughes

Desde que oí hablar de “El Grito de los Excluidos” comencé a preguntarme sobre el significado del “grito” en general.

Conocí a un sacerdote excepcional: el P. Moledo. Inteligente, de trato fácil, un hablar fluido y sereno. No siempre había sido así. Confesaba que una sorpresiva experiencia lo cambió. En una ocasión, siendo joven sacerdote, predicó con fuerza y voz altisonante. Al terminar, una pareja se le acerca en la sacristía preguntándole: ¿Está seguro que su opinión es la única válida, para sostenerla a gritos?

Cayó en la cuenta, se sintió avergonzado, agradeció la corrección y decidió no volver a gritar. Quizás entendiera que la verdad no se impone por la fuerza de la voz. Por el contrario, ésta bien puede ocultar la falta de razones.

A veces “el silencio aturde”, dice el poeta, porque grita. El tema es si encontrará quien quiera escuchar. Porque la injusticia, el hambre, la humillación de la mayoría de nuestros hermanos que casi no hablan y sí se expresan, lo hacen en voz tan baja que pocos lo oyen y menos, los escuchan.

El libro del Éxodo habla del “clamor”, el “gemido” del pueblo oprimido. Daría la impresión que el grito fuera una forma de dejar salir la rabia con aire contenido, para no reventar de asco. Si no tuviéramos tantas razones para taparnos los oídos con pretextos, estaríamos pidiendo que alguien haga algo para que no nos aturdan y no rompan nuestros tímpanos.

Se dice de San francisco de Asís que caminando por el campo, extasiado por la belleza de la naturaleza, rogaba a las florcitas que crecían sin alarde: “¡No griten!”. Ese clamor le hablaba del amor que originó esa belleza. Sentía que las flores eran regalos, mensajes de ese Dios-Amor.

¡Qué importante será educar el oído! ¡Qué importante es liberar el corazón de las cosas que ponemos para seguir en esa falsa paz que da la inconciencia! Los que por cosas de la vida tenemos lo necesario para vivir y algo más, no nos anestesiemos privándonos de la liberación que nos ofrecen los acallados.

Recientemente escuchaba a Piero en una entrevista por la TV. Me llamó la atención la respuesta que dio a la pregunta: “Sos creyente?” “Sí, soy creyente, pero no practico. No creo en la Iglesia por tantas incoherencias…” Sin...

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