Malestar gremial, dragas a la miseria y formalismos políticos

Los principales referentes gremiales volvieron a moverse inquietos en sus sillas y el malestar aumenta. Las promesas de gestión no se concretan, y la tregua política que concedieron a las autoridades portuarias y de transporte marítimo y fluvial se extingue de a poco, pero con fuerza.

El apoyo explícito a la gestión actual en Puertos y Vías Navegables se circunscribe sólo a reuniones cara a cara con los funcionarios. Luego, salvo algunas segundas líneas, no hay sindicalista de fuste dispuesto a seguir firmando cheques en blanco.

Desde el ámbito netamente marítimo, pasando por el sector de dragados, el de la estiba, y el fluvial (con la tenue excepción del naval), los trabajadores se resignan a la parafernalia discursiva vacía de contenido y de acción. Por ejemplo, la construcción de nuevas radas y la nueva traza, dicursos fuertes de las autoridades. ¿Pero quiénes pueden hacerlo? Sólo los privados están en condiciones porque el plantel de dragas estatales está a la miseria y la renovación de los equipos deberá esperar la consumación ferroviaria. Así está el discurso nacional y popular para y por el trabajo argentino: vacío de contenido.

Sólo una draga (la 58, que opera en el Martín García) está más o menos en orden. A las más defectuosas se les sacan partes para reparar las menos defectuosas. La repartición depende del director nacional de Vías Navegables, Aníbal Díaz. Encima, la cuestión salarial del personal de Dragados está al límite. "Gana más el contramaestre de una draga privada que el capitán de una draga estatal"...

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