A lo grande. Los pibes, con todos los premios: mundial, juegos olímpicos y campeón

MONTEVIDEO.- Los chicos se recibieron de grandes. Terminaron cumpliendo todos los objetivos. Con la victoria ante Uruguay 2-1 se quedaron con todos los premios: la clasificación al Mundial, los Juegos Olímpicos y la vuelta olímpica en el Sudamericano Sub 20. El recorrido entre Colonia, ciudad de despegue, y la capital uruguaya dejó una huella en el equipo argentino. Las frustrantes experiencias recientes en la categoría le dieron paso a la esperanza, provocaron una renovación y oxigenaron a los seleccionados juveniles. Una confirmación de que aquel título logrado dos años atrás, en San Luis, significó la semilla para que la actual estructura continuara su crecimiento. Los resultados son impiadosos, porque los éxitos robustecen proyectos y las derrotas hacen estallar por el aire cualquier programa que se quiera poner en marcha. Este equipo llegó a la cita con el manual estudiado, pero fueron los juegos los que determinaron que aquellos ensayos tuvieran validez. La Argentina fue mutando; cambió la imagen a medida que la competencia fue avanzando. Llegó a la última jornada con los objetivos en la mano: clasificada para la Copa del Mundo de Nueva Zelanda y asegurando su presencia en el repechaje de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016. Pero dio su última muestra de grandeza y hasta coronó su performance siendo campeón.

El equipo se forjó en la cancha, y los resultados le fueron entregando una identidad que se hizo más notoria cuando fue el tiempo de las definiciones. En las ocho estaciones que recorrió antes de jugar el decisivo encuentro con Uruguay, la selección fue escalando peldaños. Fue de menor a mayor, persiguiendo objetivos cortos, intuyendo que si fijaba la vista en el horizonte tropezaría con el obstáculo que tenía delante de sus pies. Los goles se convirtieron en su mejor escudo, la coraza que le posibilitó repeler las agresiones de los rivales. Tanto que la única vez que no convirtió se quedó vacía. La derrota con Paraguay, en la segunda jornada de la etapa de grupos, fue una advertencia que la Argentina supo entender. Un sacudón a tiempo que dejó enseñanzas colectivas y provocó que el técnico Grondona le aplicara un correctivo a Lucio Compagnucci, uno de sus jugadores fetiche; sin embargo, el volante de Vélez no supo controlarse y pagó, más tarde, un alto precio a su inconducta: la Conmebol lo sancionó con tres partidos de suspensión y el entrenador lo devolvió a Buenos Aires. Pero ayer volvió y fue partícipe también de...

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