La gran oportunidad

La Argentina atraviesa una profunda crisis dirigencial. No es de ahora, claro está. Y así como siempre hay esperanzas ante la irrupción de nuevas caras y promesas, terminan prevaleciendo las desilusiones y las decepciones por sobre las satisfacciones. Lo que no privará a la raza humana de aferrarse a esa maravillosa capacidad de soñar.El deporte nacional, a nivel conducción, no está ajeno a esas sensaciones. Con contadas excepciones. Pero estamos viendo, con mayor fuerza en los últimos tiempos, la crisis y los conflictos entre protagonistas y dirigentes y/o entrenadores en diferentes disciplinas. Algunos, bochornosos, como el rugby, el hockey, el tenis, el voleibol. El fútbol no escapó a los frentes de tormenta, muchos de ellos manejados arbitrariamente por la muñeca que gobernó en la calle Viamonte durante 35 años.El deceso, a los 82 años, de Julio Humberto Grondona provocó las reacciones imaginadas; por ejemplo, que en pleno velorio ya se hablara con total desparpajo de la sucesión y se activasen toda clase de resortes políticos. Causó, también, cierto pánico escénico sobre el futuro y en todos los frentes, como se detalló en LA NACION Deportiva en distintos artículos y opiniones en las últimas 48 horas. Son muchos los frentes abiertos que quedaron en la AFA y en el fútbol argentino en general, y la inquietud inmediata es el destino, producto del vacío de poder que dejó la partida del hombre que construyó un poder inigualable.Elogiado por muchos, bastardeado por otros, Grondona es y será irreemplazable. Construyó una corte de receptores de sus ideas y decisiones, de obedientes a rajatabla, pero no hizo escuela, docencia, de lo que significa ser "el dueño de la pelota"; además, con alcances privilegiados en la órbita internacional. Algunos de sus lugartenientes pueden estar más consustanciados con algunos temas, pero ninguno tuvo, hasta aquí, que asir el hierro caliente a la hora de tomar determinaciones cruciales. En ese rubro, siempre lo mejor era esperar "que Julio volviera", del campo en Loma Verde o de Zurich, donde acudía para temas relacionados con la FIFA, de la que era vicepresidente Senior, una categoría que le calzaba con la misma precisión que el legendario anillo del "Todo Pasa" para desplegar todas sus habilidades. Y sin necesidad de ser bilingüe.Decíamos que Grondona es irreemplazable. Y vale preguntarse: ¿cabe buscar un sustituto que nunca llegará a ser como él, cuando en realidad lo que hay que cambiar es más de fondo? ¿Qué sentido tiene...

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