La gran caja negra de la música

Hubo tres milagros en la vida de Heinrich Engelhard Steinway. El primero se produjo cuando el rayo que calcinó a sus padres y hermanos al llegar a su casa, lo arrojó sólo a él, ileso, al borde del camino. El segundo cuando logró sobrevivir como soldado de vanguardia durante toda la batalla de Waterloo. Y el tercero cuando su dios aparte movió sus manos de carpintero para construir el primer piano rectangular, sobre la base del artificio mecánico inventado en 1709 por el artesano italiano Bartolomeo Christofori, que dejaba atrás al clavecín y el clavicordio, las viejas estrellas instrumentales del Barroco. Esa caja estéticamente poco agraciada, pero con cuerdas cruzadas y una única tabla armónica, que Steinway obsequió a su novia Juliane el día de su boda, fue ya el piano vertical moderno y el anticipo del primer piano de cola que Steinway fabricó en la cocina de su casa, en la ciudad de Seesen. Precisamente, el que más tarde sería conocido como el "piano cocina".

Corría el año 1836. Habían pasado 45 desde la muerte de Mozart, 10 de Weber, 9 de...

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