Graduados, el gran triunfador de los premios Tato

A nadie le gusta perder y mucho menos de local. Sin embargo, puede que el aplastante triunfo de Graduados en los premios Tato, entregados por Capit (Cámara Argentina de Productores Independientes) por la pantalla de El Trece, sea la mejor noticia que la propia Cámara haya recibido en mucho tiempo. Incluso para Adrián Suar, un incansable defensor de Capit y el amable y gracioso anfitrión de la fiesta que dejó un saldo complicado para sus programas de Pol-ka en particular (un solo premio) y para los de El Trece en general. De los 38 galardones entregados, la emisora responsable de la ceremonia se quedó con tres frente a los 24 que cosechó Telefé. Si alguien hubiera planeado que la primera ceremonia de los Tato transmitida en vivo debía demostrar la legitimidad de los premios, seguramente, no habría llegado a imaginar lo que sucedió anteanoche.Pocas cosas más contundentes que la catarata de premios para Graduados, el elegido del rating y de los casi 1200 votantes que incluyen a profesionales de la TV como actores, productores, conductores, técnicos y autores, además de periodistas especializados. Sin necesidad de conformar a nadie, ni de equilibrar el reparto de estatuillas entre canales o productoras, los Tato continuaron el camino de representatividad de la industria televisiva que ya tenían antes de decidir la transmisión en vivo y que los Martín Fierro perdieron hace tiempo. La comparación, claro, es inevitable. Los premios de Aptra reúnen en un mismo espacio, como los de anteanoche, a las estrellas de la TV (y la radio), y el clima de celebración y festejo es similar también, aunque en el caso de los Fierro el número de votantes sea notablemente menor ?no llegan a los noventa? y el énfasis esté más puesto en el glamour de los invitados que en las ternas. Una lección que los premios Tato deberían tomar en cuenta para mantener su buena marcha.Murmullos en la salaCon la conducción de Mariana Fabbiani, quien pronto estrenará programa en la pantalla de El Trece, las estatuillas se repartieron a buen ritmo, aunque a medida que avanzaba la transmisión el conocido desorden de este tipo de eventos empezó a adueñarse del salón. Murmullos, gente parada charlando de espaldas al escenario y cierta falta de respeto por quien estuviera en ese momento allí arriba parecen ser las consecuencias inevitables de estas ceremonias. Claro que en este caso el clima de camaradería y alegría entre los invitados compensaba algo el molesto ruido ambiente que obligaba a todos los...

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