La era de los gobiernos débiles

Países eternamente improvisados se dan la mano con aquellos que llevan décadas de estabilidad y que eran considerados símbolo de robustez y coherencia política. Las democracias liberales encuentran sus puntos en común con las autocracias. Estamos viendo una suerte de ola que abarca buena parte del planeta y que se caracteriza por gobiernos débiles, que atraviesan crisis profundas a veces a poco tiempo de haber asumido y que deben lidiar con (y a menudo precipitan por errores no forzados) situaciones extremas. Pueden incluso dilapidar rápidamente largos esfuerzos de construcción de prestigio e influencia debido a groseros fallos de cálculo, como la invasión de Rusia a Ucrania. El Mundial de 2018 había proyectado al mundo la imagen de un país próspero y ordenado, aunque con evidentes fallas de su sistema democrático. Hoy se convirtió casi en un paria y en un riesgo inédito por sus amenazas de escalada nuclear. En esta misma línea aparece la decisión del Reino Unido de desplegar una política económica anacrónica, ideologizada y percibida como irresponsable por parte de los mercados, que terminó tumbando no solo al joven gobierno que la impulsó, sino también a la libra y al Partido Conservador.

Se trata de realidades complejas que revelan una combinación de factores pero que generalmente evidencian falencias enormes de liderazgo. En particular, la mayoría de los gobiernos fracasó en tomar en serio y a tiempo el fenómeno de la inflación. En muchos casos hasta la negaron o al menos minimizaron en un principio los riesgos y costos que entraña. Más aún, continuaron imprudentemente hasta hace poco con políticas fiscales expansivas, como si las alarmas tempranas no hubiesen estado sonando: siempre hay una buena excusa para gastar de más y postergar los criterios de austeridad. Ahora reaccionan asustados y obligan al mundo a soportar subas "rápidas y furiosas" (según un experimentado banquero de Wall Street) de las tasas de interés, con las que al menos hasta el momento no lograron modificar las expectativas.

Esta medida, que impulsó primero la Reserva Federal de Estados Unidos y luego el Banco Central Europeo , el bastardeado Banco de Inglaterra (la moneda británica llegó a mínimos históricos) y hasta el Banco de Japón, nunca tiene efectos inmediatos para controlar la inflación. Por el contrario, los daños colaterales no tardan en materializarse: en la última reunión conjunta del Fondo Monetario y el Banco Mundial se repitieron advertencias sobre la...

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