Un gobierno quebrado y sin nadie que mande

Alberto Fernández, al recibir a Luiz Inácio Lula Da Silva en Buenos Aires para la Cumbre de la Celac

Conspirar contra el de al lado está en el ADN del Frente de Todos . La coalición peronista nació como una aglomeración de debilidades y se rige por una ley de gravedad propia, que es el equilibrio entre las partes. Cualquier movimiento de un actor principal que rompa esa dinámica impulsa al resto a la reacción, para impedir que el avance pasajero se convierta en una conquista duradera.

Solo en esa lógica resulta entendible que el ministro del Interior, Wado de Pedro, pueda organizar una operación de prensa para destratar al presidente Alberto Fernández sin que le cueste de inmediato el cargo y el sueldo. En un gobierno donde la jefatura no está determinada por el organigrama sino por las afinidades políticas, el camporista De Pedro no necesita renunciar para exhibir su incomodidad con el Presidente, como le reclamaron sus colegas albertistas Victoria Tolosa Paz y Aníbal Fernández .

La guerra interna es el estado natural de las cosas en una coalición que se funda en la desconfianza mutua. Pero escala peligrosamente en temporada de elecciones. El detonante del episodio que agita en estas horas al Gobierno es el fastidio del ministro del Interior por no haber sido invitado a una reunión con Lula Da Silva . El trasfondo, sin embargo, excede largamente los descuidos del protocolo presidencial.

El kirchnerismo, con Cristina Kirchner a la cabeza, perdió definitivamente la paciencia con Fernández. Lo perciben lanzado a instalar una campaña a la reelección, que -a juicio de la vicepresidenta- es un "acto narcisista sin posibilidad de éxito" y un obstáculo para la estrategia de poder del peronismo.

Wado de Pedro, con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en el despacho de Cristina Kirchner

Los presidentes latinoamericanos que viajaron a Buenos Aires esta semana para la reunión de la Celac asistieron con estupor a la rivalidad caricaturesca entre el Presidente y su vice, que compitieron por la centralidad desde trincheras separadas por unas pocas cuadras en la misma ciudad. El kirchnerismo interpreta que Fernández quiso usar la cumbre como un lanzamiento y lo acusa de haber presionado a Lula para que no visitara a Cristina Kirchner en el Senado, como una forma de mostrarla aislada e incapaz de atraer la atención del principal referente progresista de la región.

Es cierto que Lula no quiso dar ningún paso en falso. La profesional diplomacia brasileña y la intuición natural del presidente se combinaron para no meterse en una batalla ajena. El anfitrión oficial era Fernández y no estaba dispuesto a incomodarlo con una visita al búnker de su rival interna en el Senado. Estaba abierto a recibir...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR