Un gobierno inmune a errores y escándalos

Alberto Fernández

Las vacunas contra el Covid-19 no dejan de causarle sobresaltos y disgustos al Gobierno . Ni aun cuando toda la administración de Alberto Fernández se comporta como un disciplinado batallón militante (lo que no suele ser habitual) a la hora de fatigar las redes sociales para publicitar y celebrar cada nuevo vacunado, como si fuera un gol mundialista.

El Gobierno no consigue salir del barro ni despejar las muchas dudas y sospechas que rodean tanto las compras de dosis como el operativo de vacunación. Tal vez injustificada e involuntariamente (o no) los Estados Unidos acaban de salpicarlo más con ese lodo, al dejarlo fuera de la lista de destinatarios de su segunda ola de donación a países con dificultades para acceder a las vacunas. A esperar la próxima sortija.

Como suele ocurrirle a la gestión Fernández en muchos terrenos, una vez más todo parece potenciarse por la capacidad de autoinfligirse daño , al sobrevender expectativas de incierto o imposible cumplimiento y gestionar con impericia y excesos de optimismo tanto la comunicación como la aplicación de las políticas públicas de fondo. La pandemia solo exacerba rasgos.

Todo indica que la exclusión de la Argentina de la segunda millonaria donación de vacunas por parte de los Estados Unidos no es imputable al gobierno nacional, ni a los muchos problemas de distinta índole que ha tenido y sigue teniendo con los laboratorios de ese país, empezando por Pfizer.

Esta vez la desazón y el impacto sobrevino tras haber sobredimensionado y sobreactuado una supuesta relevancia estratégica de la Argentina para los Estados Unidos y la eficacia de algunos recientes acercamientos con funcionarios de la administración de Joe Biden que la beneficiarían como destino de las donaciones. Ya le pasó en el plano económico-financiero. Hay procesos de aprendizaje que no son sencillos.

En la misma línea puede inscribirse lo que en realidad implica la exclusión de la nueva lista de beneficiarios del aporte estadounidense. Las argumentaciones, súplicas y pretensiones de Fernández para que las grandes potencias modifiquen el trato hacia la Argentina y sean más benévolas con nuestros desastres (mayoritariamente autoprovocados) siguen rebotando en oídos sordos. La supuesta maldición de los países de renta media continúa vigente. El subtexto presidencial parece sugerir que nos convendría ser más pobres. Mejor no seguir haciendo esfuerzos. De continuar en la línea descendente en la próxima categorización...

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