El Gobierno habla del amor y hace la guerra

Primeras planas recargadas, para un lado y para el otro, pujan por hacer prevalecer sentidos contrapuestos de los acontecimientos que se suceden. En los entresijos se dan situaciones contradictorias: mientras el Gobierno lanza una ofensiva contra espías y jueces, enojado porque va quedando al desnudo la verdadera naturaleza de una sociedad comercial de la Presidenta y porque en Estados Unidos los fondos buitre promueven la investigación judicial de la ruta del dinero K, casi en paralelo inaugura una exposición multimediática en la Casa Nacional del Bicentenario de sugestivo nombre: Amor.

Este agudo contraste entre lo que se proclama y lo que se hace es una de las marcas registradas del kirchnerismo. Aunque está muy lejos de ser un movimiento pacifista e inofensivo, la línea interna que ocupa la Casa Rosada desde 2003 en nombre del peronismo agita, al mismo tiempo, la bandera de la paz y del amor, aunque, en los hechos, se muestre en realidad más bien ríspido y agresivo con aquellos que no se dejan doblegar.

Una gran paradoja. Como lo es también que el Gobierno se sienta víctima de una amenaza que en realidad blande él mismo contra otro poder del Estado. El jefe de Gabinete calificó de "golpismo activo" los últimos movimientos judiciales no sólo sobre el entorno presidencial, sino también en la Procuración General de la Nación; los procedimientos interminables en causas relacionadas con el vicepresidente Amado Boudou, a las puertas de un juicio oral por haber truchado los papeles de un auto; el procesamiento al fiscal antilavado por proteger a Lázaro Báez; la citación a indagatoria a Julio Alak, y el pasado que vuelve con tenebrosos reclamos para el general César Milani. Son todas noticias relevantes que Cristina Kirchner interpreta como una confabulación del periodismo y la Justicia. Por eso los descalificó como "sicarios mediáticos" y "secuaces judiciales".

Pero el "golpismo activo" parece estar promovido desde el Poder Ejecutivo hacia el Judicial, al poner a sus principales funcionarios y medios de comunicación adictos a atacar sin pausa a los magistrados.

Enfurecido, el Gobierno contraatacó con la "revelación" de las cuentas argentinas en Suiza, designó a fiscales aliados, convirtió al Consejo de la Magistratura en un virtual tribunal de la Inquisición para los jueces "díscolos" y ungió a Eugenio Zaffaroni como el "juez de la Patria".

Para colmo, Horacio Alfonso, el mismo magistrado que en su momento llenó de algarabía a los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR