La gloria del canto

Recital de Joyce Didonato con David Zobel en piano / Programa: Ariadna en Naxos, cantata de Haydn, canciones de Rossini y Francesco Santoliquido y arias de la serenata Marc' Antonio yCleopatra, de Johann Adolph Hasse, y de las óperas Giulio Cesare y Ariodante, de Händel; de Adelson e Salvini, de Bellini, y de La Cenerentola, de Rossini. mozarteum argentino / Teatro colón.Nuestra Opinión: ExcelentePara no abundar en cuestiones de técnica vocal -que no es, precisamente, un aspecto ni menor ni secundario-, bien podría resumirse que, de principio a fin, Joyce DiDonato, esta milagrosa mezzosoprano estadounidense, hizo gala de todas las habilidades con las que cuenta un cantante de excelencia. Es casi minimizar su arte detenerse en cuestiones de emisión, afinación, tesitura o extensión vocal. Definitivamente, DiDonato, una de las grandes cantantes de este tiempo que, además, se maneja con el mismo nivel de excelencia tanto en la ópera como en el canto de cámara, es una artista cabal, una maestra de la expresión musical.DiDonato, con dos vestimentas diferentes para cada una de las dos partes, dividió su recital en cuatro segmentos claramente diferenciados. Lejos de cualquier rutina y asumiendo los riesgos que esa elección implica, comenzó con una muy clásica y desconocida cantata secular de Haydn, siguió con arias del barroco, alternó canciones y arias del bel canto italiano y, entre ellas, presentó un ciclo de canciones del napolitano Francesco Santoliquido. Dueña del espectáculo y del escenario, con comentarios en inglés y en italiano, la cantante, con una simpatía impetuosa, explicó los contenidos de cada uno de los miniciclos en los que dividió el concierto lo que, además, indica cuáles son sus líneas de investigación musical y cómo indaga en repertorios menos conocidos para ampliar el horizonte de la música vocal. Pero, lo esencial es que su canto es una gloria, que su capacidad expresiva y sus conocimientos de estilo son increíbles y que los mil matices de su voz están para narrar relatos, situaciones, dramas, melancolías o meditaciones personales. Y para demostrar que puede afrontar las coloraturas más endemoniadas y los pasajes más intrincados con una soltura absoluta, sin que se le note la más mínima incomodidad y sin que aparezca ni siquiera una de la más "lógicas" desafinaciones.Habida cuenta de que, como se ha dicho, no hubo "baches" musicales de ningún tipo en el recital y que todo anduvo bordeando lo milagroso, es casi redundante detenerse en las...

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