Giselle se mudó a un rincón mágico en el fin del mundo

FRUTILLAR, Chile.- El lago que usualmente no tiene olas este fin de semana rumoreaba algo en la espuma del vaivén; el volcán no se dejó ver, pero eso dicen que es habitual: no hay día que no se nombre al Osorno, aunque el clima se empecine en maquillarlo de ilusión. En buena parte por todo esto (pero bastante más por lo que sigue) en este recóndito sitio al sur del Sur, donde la impronta, los sabores y hasta el nombre de las calles tienen acento alemán, los últimos días tuvieron algo mágico. Una primera bailarina que lleva la corona del Royal Ballet de Londres, pero que es más argentina que el dulce de leche, cerró su gira en un escenario de Chile fuera de lo común: el Teatro del Lago, que se levanta literalmente sobre el agua del Llanquihue, en la plataforma que dejó un hotel municipal devastado por un incendio hace 20 años. Y no sólo Marianela Nuñez fue Giselle, protagonista de la obra romántica más emblemática. Todo podría haber sido Giselle aquí: las decenas de casitas que se aprecian en el trayecto de Puerto Montt a Frutillar, donde viven poco más de 16.000 personas, se ajustan al imaginario de esta obra que transcurre en un pueblo vecino al Rin; y también las niñas que esperan conocer a su "estrella" de la danza tienen la inocencia brillando en la mirada y las mismas ganas de bailar que la aldeana de esta historia.

El perfil de Wikipedia subraya la "técnica estándar de oro", pero omite la mayor virtud de esta artista que ahora, a los 34 años y en la cumbre de su carrera, más se aprecia. Se trata de ese doblez extraordinario entre virtuosismo e interpretación. Su Giselle es vivaz e ingenua al comienzo del primer acto y alcanza su más alta expresión en la escena de la locura, cuando el personaje descubre la traición de Albrecht y muere, herido de amor. Su llegada al reino de las Willis dejará ver la otra faz de la composición, etérea y fascinante, igualmente conmovedora por el profundo sentimiento que la llevará a interceder ante estos lánguidos espíritus de mujeres para que no le cobren a su amado con la vida aquel engaño. Terrenal y onírica, Nuñez hizo su primer Giselle a los 28 años y aunque le dio cuerpo y alma decenas de veces, no hay dos que hayan sido iguales. "La manera en que lo encaro cambia mucho depende de con quién baile." Con el primer bailarín del Colón Alejandro Parente, su pareja también en la vida desde hace algo más de un año, es particular. En lo profesional, se puede reparar en la química que tienen en escena. Y en...

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