Gira en clave musical

1. De bombos y patiosLos patios tienen algo en Santiago del Estero. Música, claro. El Patio del Indio Froilán, en la capital provincial, es uno de ellos: visita obligada y punto de encuentro de músicos y turistas, atraídos por una historia que vale la pena conocer. Es que Froilán es un luthier de raza: desde los 10 años construye bombos que con el tiempo llegaron a manos de artistas de renombre, como Mercedes Sosa, León Greco y Peter Gabriel, entre otros."Primero hacíamos el bombo para el turista que pasaba y, entre la pesca y las artesanías, sacábamos el puchero diario. En 1969 empezamos a mandarlos a La Rioja y Buenos Aires", explica José Froilán González, más conocido como el Indio, de 62 años.Los encuentros en su patio pueden convocar a más de 500 personas y comienzan al mediodía, todos los domingos, desde 1997, a la sombra de algarrobos, chañares y talas. Y a esta tradición sin fronteras se acercan cada vez más europeos que se funden con los locales al compás de la música, la comida casera, las artesanías y el trabajo de Froilán, uno de los impulsores de la Marcha de los Bombos, que todos los julio convoca en esta ciudad a miles de músicos de distintos puntos de la provincia y el resto del país.Pero volvamos al Patio del Indio: no hace falta reservar, tampoco hay boleterías ni derecho a show. "Todo se sostiene con la venta de la bebida. Tampoco se les cobra a los vecinos que acercan desde empanadas, tamales y locros hasta asados. Todo lo que obtiene es para ellos. Y así, los cantores van llegando y no hay distinción: el canto y el baile es para todos", cuenta el luthier, que a las 15 da la bienvenida a los presentes. Luego comienzan las clases y rondas de gato, chacarera y carnavalito. Cerca de las 23, el final, marcado por el duelo de malambo.2. En la huella de Don AtaEl dormitorio se mantiene casi como si Atahualpa Yupanqui aún estuviera allí, con sus fotos más queridas en la mesa de luz. La casa museo de Héctor Ricardo Chavero (ése era su verdadero nombre), en Cerro Colorado, a 160 kilómetros de la capital cordobesa, cerca del río Los Tártagos, que corre por los fondos de la finca, está llena de mística. "Hay un traje de gaucho de mi padre, una guitarra, recuerdos de sus viajes, una silla de pato que él usaba mucho, tapas de discos, manuscritos, cuchillos, pasaportes y el carnet del Club Belgrano, del que éramos socios", cuenta Roberto, su hijo.También hay una foto de don Ata con Borges y una mesa de algarrobo que "mi padre mandó a hacer y es copia de la que tenía Lugones a 36 kilómetros de acá. Mi padre lo admiraba mucho", agrega Roberto.Guitarras en las paredes y el retrato del Che Guevara realizado por Korda (conocido en todo el mundo), dedicado por su autor y por el padre del revolucionario argentino...

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