De la gestión de la fuerza de trabajo al conocimiento.

AutorJosep Maria Rañé
CargoPresident del Consell de Treball, Econòmic i Social de Catalunya.
VO Catalana

Es evidente que en estos momentos, y a cuenta de la crisis económica y sus soluciones, hay un amplio, pero no siempre profundo, debate público sobre ¿qué hacer?

No obstante, parece que el método para resolver los problemas, continúa siendo: hacer una diagnosis, lo más adecuada posible; proponer medidas para superarlos, que sean coherentes con la diagnosis, y ejecutarlas.

Trataré de aplicar el método.

La crisis en la economía real

El estallido del proceso de globalización de los capitales sin una regulación y un control por parte de poderes públicos, permitiendo el desarrollo de amplísimas prácticas financieras de carácter exclusivamente especulativo, ha conducido al consiguiente colapso del sistema y la pérdida de confianza en el mismo, razón por la cual han tenido que salir a su rescate con potentes intervenciones económicas los Gobiernos, autoridades e instituciones financieras internacionales, en consonancia con el título de la última declaración del G-20: "una crisis global requiere acciones globales".

El restablecimiento de la confianza en el sistema financiero y el retorno a la circulación de créditos es condición necesaria para salir de la crisis, pero no es suficiente, porque ésta ya ha trasladado sus negativos efectos a la economía real y productiva.

También será necesario resolver los problemas estructurales que tenía nuestra economía antes de entrar en esta crisis.

La estruendosa quiebra de un modelo económico internacional que pretendía sustituir la producción por la especulación ha hecho, ahora sí, evidentes las carencias del nuestro, fundamentado en exceso en el consumo interno, la construcción como factor especulativo y un fuerte endeudamiento de empresas y familias, con el agravante de que, además, ha tenido dos efectos adicionales no deseables:

Enmascarar los problemas derivados de la falta de competitividad, pues la apuesta por productos y servicios de bajo valor añadido permitía crear mucho empleo, aunque basado en salarios bajos y condiciones precarias frenar las soluciones a los problemas de fondo, porque justificaba que no se adoptaran las medidas y reformas necesarias.

No confundir efectos con causas

Nuestra economía ha estado creando empleo neto hasta el segundo trimestre del año pasado (2008), aunque ya entonces daba muestras de una profunda desaceleración, como lo demuestra que, al mismo tiempo, también creciera el desempleo.

Ahora bien, desde el tercer trimestre del 2008, la destrucción de empleo y la continuidad en el proceso de crecimiento de la población activa ha supuesto que el desempleo crezca espectacularmente hasta el 17’4% actual, sin que, afortunadamente, alcancemos el 23’9% que teníamos en 1993 y 1994.

Sí, un 24%, porque dos años consecutivos (92 y 93) con un crecimiento débil el primero (0,9%) y un decrecimiento del 1%, habían hecho que la tasa de paro creciera 7 puntos en España, cifra que coincide con el efecto de la crisis actual, aunque la diferencia sea que ahora hay 11 puntos más de tasa de empleo y 9 puntos más de tasa de actividad (entre los mayores de 16 años), que entonces.

El problema específico que tenemos en España y Catalunya es...

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