La geografía de la genialidad: hacia un verdadero mapa de las ideas

En 1958, las autoridades de la Unión Soviética decidieron crear un polo de tecnología e innovación a 37 kilómetros de Moscú. En medio de un bosque, la ciudad de Zelenograd se construyó desde cero, y se suponía que debía competir con su par estadounidense Silicon Valley. Los mejores cerebros en ingeniería y computación del país se mudaron a esta "ciudad verde" repleta de ardillas. Su equipo de fútbol, creado en 2002, el FC Zelenograd, milita en la "B" de Rusia y suele perder por goleada: algo similar a lo que le pasó a este experimento frente a su par norteamericano de la costa oeste. O sea, casi no hay artefactos o piezas de software en los hogares del planeta con la etiqueta "Made in Zelenograd".

El sueño de replicar un Silicon Valley desde cero en una geografía distinta no es el único: hay un Thames Valley en Londres, un Oasis Valley en Dubai y al menos una docena de casos más en el mundo, como cuenta Eric Weiner en su nuevo libro, The Geography of Genius (La geografía de la genialidad), publicado el mes pasado en los Estados Unidos y aún no traducido al castellano. Weiner, un ex corresponsal de la radio pública estadounidense, se embarcó en este proyecto que lo llevó a recorrer distintos continentes tratando de responder una pregunta: ¿qué es lo que hace que un determinado lugar concentre una potencia desproporcionada de generación de ideas? La respuesta de Weiner, que dialogó días atrás con LA NACION, intenta una explicación.

"El primer factor común, que para los expertos en creatividad puede resultar obvio, es que los grandes centros de generación de ideas son ciudades: hay algo en su densidad, en su intimidad, que hace que el genio creativo aflore", cuenta Weiner. En sus crónicas de viaje, el autor no sólo se traslada en el espacio, sino también en el tiempo: los siete lugares elegidos por su inusual nivel de innovación son la antigua Atenas, la Viena de 1900, la Florencia de los Medici, Silicon Valley, la ciudad china de Hangshou durante la dinastía Song, Edimburgo con su revolución de rigor científico en el siglo XVIII y la Calcuta del poeta y filósofo Rabindranath Tagore (Premio Nobel de Literatura en 1913). Todos estos lugares, durante una ventana de décadas, se convirtieron en clusters de producción de ideas disruptivas.

"Fueron espacios que también, de alguna forma, armaron muy buenos filtros de discernimiento: supieron separar las buenas ideas de las no tan buenas. En otras palabras, estas ciudades no fueron sólo imanes de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR