El genio de Samuel Beckett se revela tímido y débil en una serie de fotos íntimas

Sentado al borde de una cama, con las manos apoyadas sobre las rodillas y un par de anteojos entre los dedos, Samuel Beckett mira serio un punto fijo. Reacio a las entrevistas y a las fotografías, el dramaturgo, poeta y director irlandés aceptó posar para el fotógrafo John Minihan en 1980. De aquel primer encuentro, en la habitación 604 del Hyde Park Hotel, en Londres, surgió la serie de retratos del premio Nobel que integran la muestra Beckett Íntimo. Esas imágenes y otras tomadas durante los ensayos de Esperando a Godot, en 1984, y en una caminata por el Boulevard St. Jacques de París, en 1985, se exhiben en el Centro Cultural Borges mientras se desarrolla en Buenos Aires el IX Festival Beckett.

Cuando Minihan conoció a Beckett (Foxrock, 1906 - París, 1989), el dramaturgo ya se había convertido, a su pesar, en una celebridad. Después de ganar el Nobel en 1969, el autor de Final de partida se vio envuelto en una fama que lo incomodaba profundamente. "Por la calle, la gente le pedía que firmara sus libros y él accedía -recuerda el fotógrafo, que participó de la inauguración de la muestra aquí-. Un día le pregunté por qué lo hacía y me dijo que no se debía a que era amable, sino a que era débil."

En mayo de 1980, Minihan se enteró de que Beckett estaba en el Hyde Park Hotel y se propuso fotografiarlo. Le dejó una nota con una serie de fotos que había tomado a vecinos de Athy, el pueblo irlandés donde pasó su infancia. Al otro día, el dramaturgo lo llamó para decirle que esas imágenes lo habían conmovido y que quería que le contara sobre las circunstancias en las que las había registrado. Le interesaba, especialmente, una escena: el velatorio de una mujer de rasgos indígenas, que yacía tendida sobre una cama. Acordaron encontrarse en la habitación 604. Cuando abrió la puerta, el anfitrión sonreía. Minihan se sorprendió porque le habían advertido que Beckett era muy tímido y que no le gustaba posar para la cámara.

Según cuenta el fotógrafo, "el cuarto, ubicado al final del pasillo, tenía vista al parque. Estaba ordenado y en silencio. Samuel vestía de manera informal y usaba pantuflas". Conversaron durante una hora y media sobre el trabajo de Minihan como reportero gráfico hasta que, finalmente, éste se animó a preguntarle si podía retratarlo. El poeta aceptó y se sentó al borde de la cama. "Aunque no le gustaba posar, fue muy amable conmigo. Él sabía...

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