¿Genio o farsante? La historia de Baigorri Velar, el geofísico que aseguró haber inventado una máquina que producía lluvia y ciclones

Hay diferentes versiones sobre el nacimiento de Baigorri Velar; una dice que fue en Entre Ríos y otra en San José, Uruguay

"Puedo hacer llover donde sea, y cuando sea; he inventado una máquina que produce lluvia y ciclones", desafiaba Juan Baigorri Velar ante las cámaras televisivas de Sábados Circulares , ya en el ocaso de su vida en 1962. Este enigmático personaje, para algunos un farsante y para otros un genio, fabricó un dispositivo que, afirmaba él, producía "congestiones atmosféricas y lluvia", y que las generó en distintas partes del país cortando así sequías de hasta ocho años.

Murió en el olvido, en el barrio de Villa Luro. Y su invento desapareció para siempre: nadie lo halló. La leyenda sugiere que fue enterrado con él. En vida, dijo que no había hecho planos. "Toda está acá", afirmaba señalándose la cabeza. Quiso venderle su tecnología al ejército, pero se negó a especificar qué escondía su misteriosa valija con antenas. "No quiero que otra potencia lo tenga, soy argentino y quiero que mi invento beneficie a mi país", afirmó en el diario Crítica .

"Lo llamaban el mago de la lluvia", afirma Gastón Partarrieu, de 46 años, escritor y museólogo que dirige el Museo Adolfo Alsina en Carhué, a pocos kilómetros de donde se hallan las ruinas de la ex Villa turística Epecuén, epicentro de una de las supuestas "lluvias fabricadas" por Baigorri Velar: en febrero de 1939, llovieron 100 mm en apenas una hora. "Esa lluvia casi inunda Carhué y salvó la temporada de verano", afirma Partarrieu. Baigorri estuvo trabajando con su máquina una semana en la terraza de un castillo, a orillas del lago Epecuén, que en ese momento soportaba una sequía de tres años, y una bajante histórica.

Uno de los tantos artículos sobre él que publicó Crítica

Dejó allí unas antenas, que llamaba "puntos de referencia", y regresó a Villa Luro, donde, a la distancia, dice haber fabricado un temporal sin precedente no solo en Villa Epecuén y Carhué, sino en toda la región del sudoeste, y que afectó severamente Bahía Blanca, a 200 kilómetros. "La borrasca de ayer no tiene semejanza con ningún otro fenómeno —afirmó en una crónica el diario bahiense La Nueva Provincia, en su edición del 20 de febrero de 1939—, el torbellino tendió un tiránico dominio de abismo".

"Tan culpable se sintió Baigorri que jamás en su vida lo mencionó", afirma Partarrieu, quien acaba de publicar "Epecuén, historias de sus años dorados" donde relata la polémica y recordada visita de Baigorri. "Fue un...

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