Garra y corazón: lo ganó con el ADN xeneize

Fue uno de esos triunfos típicos de Boca. Una victoria sufrida y trabajada. Apuntalada por el sudor y el carácter, más que por el juego y las ideas. Un éxito 100% xeneize, forjado en el entretiempo con los cambios del entrenador y concretado luego de una decisión del árbitro Darío Herrera que cambió el mapa del partido: la expulsión de Lucas Acevedo por un codazo a Gigliotti a 25 minutos del final.En la mismísima Bombonera y ante su gente, Boca entró dormido en la cancha. Tal vez, con la mente en lo que vendrá (la Copa Sudamericana) o en lo que pasó (el superclásico que se le escapó en el Monumental). El foco no estaba en Rosario Central, un equipo que llegó a La Boca con el físico desgastado por la acumulación de partidos, pero que aprendió la lección de la Copa Sudamericana: a los de Arruabarrena les duele el alma cuando se los presiona más allá de la mitad de la cancha. Allí, entonces, fueron Niell y Valencia, los hombres de ataque. A ellos se les plegó Becker, el lanzador. Y el tridente ofensivo de los rosarinos intentó siempre que la primera línea de pase de los locales no fuera cómoda.Boca navegó la cancha. Transitó sin gravitar por los cuatro puntos cardinales. No había luces, ni ideas. El cerebro estaba dormido. Ni Carrizo, ni Castellani. A veces, Chávez, un tanque que lució desaprovechado en su función de wing izquierdo. Es un portento físico, que por momentos jugó sin compañía. Gigliotti, llamado a ser su compinche ofensivo, estuvo absorbido por sus marcadores.No había rastros de la intensidad que había pedido Arruabarrena para el partido. Ni intenso ni lúcido, Boca era gris. No tenía juego por las bandas y se desgastaba en toques intrascendentes. De repente, y tras el enésimo enganche improductivo de Carrizo, Nery Domínguez encontró a Becker, quien fue hasta el fondo y tiró un centro perfecto a la cabeza del colombiano Valencia, que definió. Boca recibía un castigo acorde con su apatía.El vestuario local de la Bombonera se sacudió. Tras el temblor, entró Acosta en lugar de Carrizo. Boca cambió la cara. Dejó atrás la horizontalidad intrascendente y fue vertical. Buscó el gol, apoyado en la velocidad del chiquito Acosta, uno de los jugadores con más talento por centímetro del fútbol argentino. Justo cuando parecía resignarse y no lograba claridad a la hora de encontrar el último pase, el árbitro Herrera le dio la llave del triunfo: expulsó por un codazo a Acevedo y ya nada fue igual.Porque Central se replegó contra Caranta y Boca coleccionó...

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