Gallardo: con la cabeza en el River modelo 2016

YOKOHAMA.- Un vuelo extenso, agotador, el corolario de un final agrio. River estuvo en el aire, pero no le alcanzó para tocar el cielo. La experiencia en el Mundial de Clubes cerró un ciclo exitoso al que le faltó el último eslabón. La consagración definitiva no sucedió, un rival superior lo dejó de rodillas, sentido, atribulado. Se quedó con todos los títulos que un club puede celebrar en América, le quedó pendiente el que reúne a los mejores de cada continente. Expuso sus mejores armas el director técnico Marcelo Gallardo, pero resultaron estar cargadas con balas de salva. No lastimó y se fue herido. Esta mañana, a las 10.40, el grupo tenía estipulado arribar a Buenos Aires, después de una larga escala en Houston. Los últimos actos antes de la despedida de la tierra del Sol Naciente, donde mayoría de simpatizantes nipones fueron a saludar al plantel, estuvieron marcados por el calor de los hinchas, ese que arropó a los futbolistas en Osaka como en esta ciudad. La travesía que incluyó un récord, con los casi 20 mil fanáticos que vinieron a alentar, le dejará paso a la reconstrucción. Desde el espíritu hasta en la concepción y características que pretenderá sellar el Muñeco para el nuevo modelo, River precisa reinventarse.

Sin cinco de los futbolistas que eran titulares durante el recorrido que empezó con la Copa Sudamericana y finalizó con la Libertadores, River se midió con Barcelona. Una ventaja muy grande para desafiar a los mejores del mundo, porque en esas pérdidas los millonarios dejaron en el camino juego, goles, carácter. La sangría que comenzó con Rojas y Teo Gutiérrez tuvo continuidad en Ramiro Funes Mori; el último partido del año, en el Nissan Stadium, resultó la despedida de Kranevitter y el uruguayo Carlos Sánchez. Todos apellidos que le dieron una impronta a esa estructura que Gallardo fue moldeando según la necesidad y las urgencias, porque desde aquel encuentro con Ferro, por la Copa Argentina, hasta el que perdió con los catalanes, la piel del conjunto fue mutando. Ahí, se observó nítidamente la mano del entrenador, que recuperó el ADN futbolístico histórico del club en el primer tercio del ciclo, donde se vio la versión que más cautivó. Más tarde, aquellos que tocaban la partitura con delicadeza se transformaron en guerreros para desandar los múltiples escollos que le propuso la Copa Libertadores. Con los restos de esos dos modelos, River llegó a Japón. Sumó nombres, pero pocos pudieron hacer olvidar a los que ya no...

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