Fútbol, otra vez la violencia

L os gravísimos incidentes ocurridos el lunes pasado en la localidad de Laferrère, en La Matanza, cuando hinchas del club homónimo se enfrentaron con la policía mientras se jugaba el partido ante Dock Sud, dejaron en claro, por enésima vez, que la llamada violencia en el fútbol es una de las facetas más nítidas de la inseguridad y que los denominados barrabravas no son más que mafiosos ante los que el poder político sucumbe por incapaz y cómplice.

Preocupado, genuinamente y también por el deterioro que puede sufrir su imagen en un año electoral, el gobernador Daniel Scioli rápidamente tomó la decisión de clausurar hasta fin de año la cancha de Laferrère, que jugará sus próximos partidos como local en Cañuelas o en Campana, y a puertas cerradas.

Desde entonces, flotan algunos interrogantes angustiantes que por ahora no tienen respuesta: ¿se quedará tranquilamente en su casa la mafia de Laferrère los días de partido? ¿Se trasladará a las inmediaciones de donde juegue el equipo y entonces sufrirán las consecuencias los vecinos de Cañuelas, de Campana o de donde fuere? ¿Qué tipo de operativo se montará para controlarlos donde quiera que estén? ¿Usarán sus vinculaciones con el poder para que se modifique la sanción?

La Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (Aprevide), dependiente de la Secretaría de Deportes, a cargo de Alejandro Rodríguez, había advertido sobre la inconveniencia de que Laferrère jugara como local en su estadio, pero las urgencias electorales del intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, pudieron más. Espinoza, hombre alineado con la Presidenta y con Scioli, no podía sostener la campaña que pinta a La Matanza como un jardín de rosas si no podía organizarse allí un partido de fútbol.

Los hechos terminaron dando la razón a la Aprevide, pero, al mismo tiempo, demostraron el fracaso del operativo montado por ese organismo, que incluyó nada menos que 260 efectivos de seguridad que apenas resguardaron a los jugadores visitantes, pero no pudieron impedir que hubiera casi 40 heridos, 26 de ellos policías, uno de gravedad, y destrozos por doquier en el barrio.

Pero hubo aun otros hechos gravísimos que quedaron al desnudo, como las quejas de numerosos vecinos del barrio porque los días de partido no pueden mandar a sus hijos al colegio por temor a que no regresen sanos y salvos a sus casas, situación que no fue negada por la titular de Educación bonaerense, Nora de Lucía. Es más: los propios vecinos dijeron que prácticamente...

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