El fútbol nunca fue lo que era

El jugador camerunés Vincent Aboubakar, convierte el segundo gol de Camerún ante Serbia

"El fútbol ya no es lo que era", decía uno de mis tíos abuelos, sufrido hincha de Racing que fue testigo de los comienzos del profesionalismo. La frase la podemos repetir los que tenemos varios mundiales como espectadores sobre la espalda, todavía desconcertados por los nuevos efectos de la tecnología y la big data sobre el juego. Un offside insignificante puede obligar, mucho después de lo aconsejable, a tener que arrepentirse del grito de gol más desaforado. También ocurre lo contrario: la exquisita definición de "cucharita" del camerunés Aboubakar , por encima del arquero serbio, puede haber reflejado un temor del jugador: que ese Gran Hermano llamado VAR -con su disciplinamiento foucaltiano- decretaría un fuera de juego inapelable, como el del muy humano juez de línea. A la tecnología le tocó en ese caso la justicia poética de un festejo a destiempo.

En Qatar , los defensores (¿o es un espejismo?) parecen más preocupados por poner las manos tras la espalda que por bloquear al delantero. Confiados en que la lente no puede medir la intensidad del contacto, en cambio, otros jugadores caen fulminados al menor roce.

Hasta entonces la remera brasileña había sido blanca con cuello y rebordes azules

Más allá de estas impresiones podría decirse que el fútbol, para jugar con la frase del inicio, nunca fue el que fue: siempre está cambiando. Los que lo siguen desde Italia 90 , por trazar una primera divisoria de aguas, recordarán que por entonces los arqueros podían agarrar la pelota con las manos ante el pase de un compañero, lo que permitía soporíferos loops para hacer tiempo. También que un partido daba dos puntos y no tres. Los cambios de reglas buscaron combatir la especulación de aquel campeonato terminal, pobre en goles.

El brasileño Richarlison anota un golazo ante Serbia; el defensor, con las manos en la espalda

Las modificaciones, sin embargo, eran una vieja constante. Basta imaginar un partido del Mundial de Inglaterra, en 1966 , para medir la distancia entre el fútbol del pasado y el de hoy. La clave no es el famoso gol en la final del local Geoff Hurst , que picó claramente detrás de la línea y que hoy sería rápidamente invalidado. Lo extraño al sentido común contemporáneo es que...

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