El fútbol, otro bastión del gradualismo

Fue una decisión intempestiva, raro en un gobierno de Cambiemos. Y partió de Macri en soledad: le pidió ayer por la mañana a su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que las finales de la Copa Libertadores entre Boca y River se hicieran con público visitante. En la Casa Rosada le habían escuchado últimamente la idea. Pero casi nadie imaginó que querría ponerla en práctica, en particular porque hacerlo suponía desairar abiertamente a Horacio Rodríguez Larreta. Y no solo al jefe de gobierno porteño, sino también a un subordinado gravitante en estos asuntos: Daniel Angelici. Por la tarde, sin embargo, alguien lo convenció de que no era un buen plan. "Lo decidirán los clubes", zanjó al final el Presidente.La mañana había sido atípica. Macri sorprendió desde temprano al proponerlo en Twitter a las 7.48, cinco minutos después de que Guillermo Madero, director de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos del Ministerio de Seguridad, le dijo a Luis Novaresio en La Red que el gobierno de la ciudad se oponía al regreso de los visitantes. "Lo que vamos a vivir los argentinos en unas semanas es una final histórica -escribió Macri-. También una oportunidad de demostrar madurez y que estamos cambiando, que se puede jugar en paz. Le pedí a la ministra de Seguridad que trabaje con la Ciudad para que el público visitante pueda ir". Media hora después, a las 8.24, Antonio Laje consultó en América 24 a Martín Ocampo, ministro de Seguridad de Rodríguez Larreta, y le mostró el tuit de Macri. "¿Es factible?", preguntó. "No es factible -contestó el funcionario porteño- porque hay muchas cosas más asociadas al fútbol y todavía no están dadas las condiciones". Cerca de las 10, en el mismo canal, el Presidente le confirmó a Paulo Vilouta lo que parecía una decisión tomada: el regreso de la tribuna visitante.No es la primera vez que Macri disiente con Rodríguez Larreta sobre la política de seguridad. Hace tiempo que le cuestiona, por ejemplo, la tolerancia que tiene con la protesta social. El jefe de gobierno solía contestar a este apuro con una descripción del votante porteño: los que piden que despejen una calle serán los primeros en horrorizarse y facturárselo al macrismo si la represión provoca una desgracia. Desde ayer, este viejo contrapunto incorpora un tercer protagonista, Angelici, padrino político del ministro Ocampo, y que gravita por consiguiente en una tensión paralela de alcance nacional: la que existe desde hace tiempo entre la dirigencia del fútbol...

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