El fusible para las crisis está fuera de servicio

Carlos Menem y Raúl Alfonsín, artífices del pacto de Olivos, tras la jura de la nueva Constitución, en 1994

A Jorge Rodríguez al menos Netflix le reservó un paneo de dos segundos en El fotógrafo y el cartero . Rodríguez, a quien casi nadie recuerda, fue el gran jefe de Gabinete de Menem. En el documental sobre el crimen de José Luis Cabezas aparece recibiendo en la Casa Rosada a Alfredo Yabrán, lo más memorable de su gestión en el innovador cargo de jefe de Gabinete, que él impregnó de grisura sostenida durante tres años y medio.

En rigor, Menem había puesto de entrada al operador político Eduardo Bauzá, más renombrado que el siguiente, pero igualmente falto de vocación, estatura y sobre todo de instrucciones para atenuar el presidencialismo cesarista, presunto mal argentino que debía ser sustituido por un soñado semiparlamentarismo. El principal promotor del semiparlamentarismo había sido Raúl Alfonsín, pero no el único. Cuando la creación del jefe de Gabinete se discutió en la Constituyente de 1994, los convencionales Eugenio Zaffaroni y Aníbal Ibarra, del Frepaso, hasta propusieron casi un primer ministro con plan propio de gobierno. Dos convencionales santacruceños, Néstor y Cristina Kirchner, comulgaron felices, como los demás peronistas, con el modelo llave en mano de reformas institucionales que Menem le compró a Alfonsín con tal de seguir en la Casa Rosada. Cuando lo apliquemos se verá, pensó Menem, siguiendo la tradición de pegarles a las leyes un hervor más con reglamentaciones amainadas.

El Núcleo de Coincidencias Básicas del Pacto de Olivos fue incrustado en la Constitución con la idea de que el jefe de Gabinete, además de asignársele como tarea nada menos que "la administración general del país" (artículo 100° de la Constitución), funcione como un fusible maestro. En caso de crisis saltaría él, no el presidente. Una maravilla: el Congreso lo puede echar (artículo 101°). Lo echa y listo. Chau crisis.

Bastante pronto, en diciembre de 2001, llegó la oportunidad de poner a prueba este genial dispositivo. El jefe de Gabinete era entonces, pocos deben acordarse, Chrystian Colombo, un buen negociador que hizo de todo para salvar al gobierno de De la Rúa, huelga decir que sin éxito. Tras la caída, el peronismo pretendía que un funcionario de De la Rúa, uno solo, siguiera en el cargo: Chrystian Colombo. Pero fue el que apagó la luz (primero que nadie había volado por los aires el ministro de Economía Domingo Cavallo).

En otras palabras...

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