El furor por los gym truck, los gimnasios al aire libre

Sopla con ganas el viento y el sol de la mañana no alcanza todavía a levantar temperatura en el paseo costero de Vicente López. Con ayuda de sus alumnos más madrugadores, Rodrigo Astigueta baja de su van gris (ploteada con un Cross Zone en rojo) una serie aparentemente interminable de elementos de gimnasia: cajones de salto, paralelas para hacer triceps, barras olímpicas, mancuernas, pesas rusas, cintas de suspensión, cuerdas, pelotas de pilates, ruedas de camión, martillos, bolsas de boxeo, colchonetas y los infaltables conos chatos naranja flúo que delimitarán el circuito que nada tiene que envidiarle a un gimnasio de esos que, en días invernales como el de hoy, ofrecen buen abrigo. Aquí, en todo caso, hay mate y ganas de que la vista se pierda en el río entre rutina y rutina.

El gimnasio a cielo abierto se ha convertido en un elemento más del paisaje de los espacios verdes urbanos: desde la costa de zona norte, parque Saavedra, los bosques de Palermo, el Rosedal, Puerto Madero, parque Lezama o la plaza de barrio más cercana. Allí se reúnen, sobre todo por la mañana, grupos de valientes que no le temen al clima adverso del invierno, y que tienen en común su aversión a poner el cuerpo en movimiento dentro de cuatro paredes, con el espejo o la línea de bicicletas fijas como horizonte.

"No me gustan los lugares cerrados, por eso nunca me gustó el gimnasio", cuenta Víctor Salgado, de 34 años, que todos los martes y jueves, a las 8 de la mañana, es uno de los 15 integrantes del grupo que dirige Rodrigo, profesor de educación física, y que tiene como punto de encuentro el circuito que monta sobre la vereda y el pasto del Paseo Costero de Vicente López, a la altura de Roca y el río. "Había empezado a correr y estaba buscando un complemento desde la gimnasia, y colegas que también trabajan en la zona me recomendaron venir a entrenar acá. Lo que rescato es que, más allá de la actividad física, me gusta la propuesta de tener más espacio que el de un gimnasio, y esa cosa de relax que te da la armonía visual de la costa", agrega Víctor, que fue testigo del explosivo crecimiento de los gimnasios a cielo abierto en el barrio. "Hace 12 años que trabajo en la zona, y antes no había ninguno, pero en los últimos dos años fueron apareciendo y ahora, a la mañana temprano o a última hora de la tarde, hay un grupo de entrenamiento cada 100 o 150 metros", dice. Es innegable el crecimiento de este nuevo modelo de actividad física -similar al que propone un...

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