El funeral laico y público de Umberto Eco, entre las lágrimas y la gratitud

MILAN.- Cuatro y media de la tarde de una jornada inusualmente cálida. No hace frío, el termómetro marca 13 grados. El funeral laico de Umberto Eco -que, como él quiso, fue sobrio, breve, con pocos discursos y música barroca, que él amaba, al principio y al final-, del que participaron familiares, políticos, intelectuales, famosos y miles de anónimos, terminó hace no más de veinte minutos. Aún resuena en el "atrio della Rocchetta" del espectacular Castillo Sforzesco -monumento emblemático de Milán, ciudad adoptiva del escritor, ensayista, filósofo y semiólogo muerto el viernes pasado, a los 84 años-, el largo aplauso que saludó el paso de su féretro, acompañado por la toga que el autor de El nombre de la rosa solía usar en la Universidad de Bologna. "¡Gracias maestro!", es el clamor que aún resuena entre las viejas paredes de piedra del castillo.

En silencio, decenas de personas peregrinan al sitio donde se hizo la ceremonia -un antiguo patio donde aún se advierten frescos del Renacimiento-, al que jamás pudieron llegar debido a la extraordinaria cantidad de gente que quiso estar ahí. Ya horas antes del adiós laico, decenas de jóvenes -muchos estudiantes-, adultos y ancianos esperaban en fila para ingresar en el atrio. "Fue un grande y vine a decirle gracias", coincide la gran mayoría.

Con sus siete siglos de historia, el Castillo Sforzesco, estructura defensiva y sucesivamente residencia ducal, hoy sede de una pinacoteca y de varios museos, no podría haber sido mejor sitio para la despedida.

Stefania Balducci, empleada de hospital, desprende varias rosas blancas de la corona de uno de los coches fúnebres que están por irse al cementerio de Lambrate, donde Eco será cremado. "Pero yo quiero un recuerdo. Fui su admiradora y su lectora, y porque se están yendo todos los grandes como Eco y no hay recambio. Era un personaje irreverente, podía hablar porque era cultísimo, estaba por arriba de las partes. Quedan pocos como él en Italia, donde estamos a la deriva", lamenta. "El berlusconismo causó en este país más daño que la dictadura en la Argentina", dispara Stefania, con lágrimas en sus ojos celestes, al enterarse del origen de la cronista. "Eco debería haber ganado el Nobel, es una grave pérdida."

Durante la ceremonia -retransmitida en directo por la RAI-, en primera fila se ven, enteros, sobrios, elegantes, los familiares de Eco, que luchó los últimos dos años contra un cáncer de páncreas. Renate, su mujer, alemana; sus dos hijos, Stefano y...

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