Función social del cooperativismo

AutorEduardo Giorlandini
CargoProfesor Titular de Posgrado Universitario Nacional
I Significados

Reiteradamente, he pensado que las definiciones no son convenientes, pues se trata de subestructuras rígidas que limitan la descripción de las cosas, los hechos y objetos culturales. Prevalentemente, lo considero así, aunque tales subestructuras no son criptas o conjuntos totalmente herméticos. Estimo más acertado puntualizar los componentes y de una exposición más o menos desarrollada surgirá una idea más acabada de lo que se quiere explicar.

Sin embargo, no queda apartada la idea o noción básica de los vocablos, como basamento de un desenvolvimiento posterior del concepto. Entonces, es didáctico decir que la cooperación es un proceso fundamental de la vida social y que se contrapone a competencia y a conflicto; se distingue la cooperación que procede de valores y metas comunes, de la cooperación antagónica, que se da entre los partidarios de sistemas con valores diferentes y opuestos, en orden a la consecución de metas que sólo se pueden conseguir mediante un acuerdo, como lo es el convenio colectivo de trabajo, por ejemplo. Generalmente, la cooperación presupone coordinación, y a veces sincronización de la conducta, y no se debe confundir con reciprocidad. Esta diferenciación pertenece a Helmut Schoeck, que profesó en varios universidades de los Estados Unidos y Alemania.

Las cooperativas son entidades, organizaciones para la institucionalización de la cooperación y derivadas de movimientos sociales que se designan como movimiento cooperativo, esto es, un conjunto de hechos de carácter social tendiente a instrumentar la cooperación; de otro modo, se trata del cooperativismo.

De todos modos, los conceptos confluyen y se encuentran en cierto ámbito común, que, además, acoge otros fenómenos similares, estos son, otras formas de asociación, como el mutualismo, o el sindicalismo, empresarial u obrero, o profesional.

Es frecuente, en la bibliohemerografía argentina, que los autores en alguna situaciones se remitan al latín y al Diccionario de la Real Academia Española, para explicar la semántica de los vocablos; también se remiten al Derecho comparado y a otras fuentes.

Creo que es un error tal proclividad, porque el verdadero significado, el más ajustado a nuestra realidad nacional y regional es aquel que es ilustrado por la historia propia y por la realidad social. En consecuencia, la función social puede ser expuesta en términos doctrinarios y teóricos, pero gana particularidad, realidad y aproximación a la verdad cuando obtenemos la significación de la circunstancia propia.

Es claro que nuestros legisladores habían considerado esa realidad y que el contenido semántico de las fuentes antiguas del latín y del español igualmente son válidas como aporte, pero no es lo mismo. Algo similar ha de decirse sobre el Derecho comparado, y además ha de tenerse presente la antigüedad de las definiciones y preceptos, que, en la hipótesis del Derecho comparado externo llegan a nosotros con excesivas demoras y dificultades, si es que queremos basarnos en fuentes serias y responsables, en cuanto a empresa editorial, autor y reconocimiento fehaciente, lo que no acontece con otras fuentes tecnológicas comuncacionales (ver mi trabajo Tecnología y cuestión social).

En la Argentina, verbi gratia, ante la necesidad y la crisis, se vivió la experiencia de la conveniencia de universe para un objeto común, en varios ciclos de su derrotero histórico. Y a tal objeto y no con el ánimo de hacer literatura ligeramente sino de ilustrar tal postura, importa recordar un trabajo –que he de glosar- de Juan José Carrizo, Martín Fierro y la cooperación, precedido de una serie de referencias de distinto tono, a saber:

La necesidad de “manotear las raíces terrosas de nuestro ser” (Julio Mafud); de marcar la cultura como “la organización de las tradiciones en un cuerpo de instituciones políticas, de doctrinas filosóficas y de símbolos emocionales, que dan a la nación conciencia de sí misma” (Ricardo Rojas); de descubrir en el árbol viejo las nuevas hojas de la primavera; de advertir en el poema de Hernández “un mensaje dirigido a la conciencia nacional... nacido del ser nacional en su pulpa viva y lacerada; en el pueblo mismo, el de los trabajos y los días...” (Marechal); de ver en el Martín Fierro la clave del estatus mental, moral, emocional, político y económico (Martínez Estrada).

Como lo anota Carrizo:

“En este trabajo para escolares se han buscado en la magna obra elementos que demuestren que desde el origen de nuestra nacionalidad, el espíritu de cooperación la informa, hasta explicar la rápida adhesión en nuestra tierra a la respuesta que la fórmula del esfuerzo propio y la ayuda mutua ha sabido dar a las múltiples dificultades que el pueblo de la ciudad y la campaña han afrontado en la defensa de sus intereses y la atención de sus más variadas necesidades”.

Haré una brevísima digresión para expresar que al tiempo de la Revolución de Mayo existían hermandades de oficios y artesanías a la manera de las existentes en la antigüedad y en la edad media, que con variantes eran el embrión de la actual obra social o del actual sindicato, con diferentes nombres según tiempos y lugares; al comienzo fueron hermandades secretas, luego se denominaron collégium, guilda, etcétera. Esto lo he desarrollado más en mi libro Sindicalismo y cambio social y en mi ensayo Historia del trabajo y del Derecho del trabajo y, finalmente, Historia del sindicalismo. En otro trabajo, además: Historia de las asociaciones de empresarios y proyecto de ley de asociaciones empresariales.

Retomo el tema, entonces, de las referencias en el Martín Fierro, porque, como lo señala Carrizo, reflejan nuestra propia realidad. Los principios del cooperativismo contenidos en el Poema son los siguientes:

  1. La adhesión libre y voluntaria:

    Fierro es hombre de vida familiar y social y es injustamente perseguido, no desea la soledad o el aislamiento:

    “Es triste en medio del campo / Pasarse, noches enteras / Contemplando en sus carreras / Las estrellas que Dios cría, / Sin tener más compañía / Que su soledá y las fieras”.

  2. La igualdad y la no discriminación:

    “Dios hizo al blanco y al negro / Sin declarar los mejores”.

    “El ser de todos lo seres / Sólo formó la unidá; / Lo demás lo han criado el hombre / Después que empezó a contar”.

    Una unidad que no borra la personalidad individual, y en el cooperativismo se reconoce en el “uno para todos y todos para uno” de la ayuda mutua, respetuosa de la individualidad pero ajena al egoísmo.

  3. El control democrático:

    “Me dio vergüenza de verme / Tratado de esa manera; / Y como si uno se altera / Ya no es fácil que se ablande, / Le dije: -´Mande el que mande- / Yo he de votar por quien quiera.

  4. Interés limitado al capital:

    Este principio se caracteriza porque el capital cooperativo nunca lleva a la especulación y a la usura, frutos de la codicia y, como lo puntualiza Carrizo, la cooperativa tiene una función de servicio y la virtud que adorna al gaucho es el desinterés, y a Martín Fierro no le preocupa la desposesión de los bienes materiales, pero aconseja no perder “ni el tiempo ni la vergüenza”. Y, asimismo: “Ni el miedo ni la codicia / Es bueno que a uno le asalten, / Ansí, no se sobresalten / por los bienes que perezcan”.

  5. Retorno de excedentes:

    Significa que hay que evitar el lucro y que los excesos de la previsión en el precio del servicio retornarán de otro modo, pero no enriquece a ningún intermediario parasitario: “Naides me puede quitar / Aquello que Dios me dió. / Lo que al mundo truje yo / Del mundo lo he de llevar”.

  6. Fomento de la educación:

    Se refiere a la verdadera educación, no a aquella de la sociedad dominada por la lucha y la competencia entre sus miembros y que alienta el egoísmo y no la solidaridad que exige la dignidad humana.

    La educación cooperativa busca el bien común. “Hay sabios de todas menas, / Las digo, sin ser muy ducho; / Es mejor que aprender mucho / El aprender cosas buenas”.

    Y me permito agregar, también del Martín Fierro: “Es el pobre en su orfandá / De la fortuna el desecho, / Porque naides toma a pecho / El defender a su raza, / Debe el gaucho tener casa / Iglesia, escuela y derechos”.

  7. La integración cooperativa:

    La doctrina cooperativa busca expansión y unidad, integrando esfuerzos, con armonía social y cohesión nacional, así como la fraternidad universal: “Los hermanos sean unidos / Porque esa es la ley primera”. Y expresa también: “Y he de decir asimismo, / Porque de adentro me brota, / Que no tiene patriotismo / Quien no cuida al compatriota”.

    Nótese que las cooperativas comienzan a difundirse en la Argentina al tiempo de la obra de Hernández, 1872, la primera parte, y 1879, la segunda, en la que, por haber cambiado el gobierno, el autor suaviza la protesta.

II Naturaleza

Al hablar de la naturaleza de la cooperativa y el cooperativismo me refiero a su esencia (cómo es la cooperativa, cómo es el cooperativismo), presente en el desarrollo total del presente trabajo. Es claro que en el mismo se intenta dar respuesta no tan sólo a la pregunta (¿cómo es?) sino también a otras: ¿qué es?, ¿para qué sirve?, ¿cuál es su objeto?, ¿en qué se fundamenta? y ¿cómo ha sido su desenvolvimiento histórico?

La cooperativa es una empresa; es sujeto de Derecho colectivo del trabajo, con el alcance que establecí en mi libro Derecho colectivo del trabajo, puede ser que con alguna sorpresa para algunos especialistas que han objetado la inclusión en esa disciplina con el alcance ya anotado (condición de sujeto de esa rama del Derecho social). Y es, a la vez, una entidad de bien público sin fines de lucro. Como sujeto de Derecho es importante protagonista, con idéntico criterio por el que merece su incorporación en el objeto de la economía (política, social, laboral) y otras áreas del...

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