Fuera del tiempo

Omsk, Rusia.- El alma rusa, esa construcción quizás imaginaria que -al menos para quienes le somos extranjeros- siempre convocará a las torturadas criaturas de Dostoievski, a las vidas endurecidas por el frío y el alcohol; a la sangre, despiadada y generosa, que regó el Volga, San Petersburgo, Moscú. El alma rusa es un enigma, un silencio de ícono medieval, un camino de desmesuras políticas. Pero aquí, en Omsk, donde el frío arrecia para todos, pero mucho más para los sin techo que aparecen en la foto, los ecos del tiempo parecen detenerse. Solo...

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