Fronteras que son coladores

Dos hechos recientes han vuelto a poner de manifiesto la creciente gravedad de la violenta ola delictiva y la constante falta de respuestas por parte de un gobierno que, luego de ignorar primero y negar después esa incuestionable realidad, ahora eligió un enfoque parcial y erróneo al pretender reducirlo al accionar de delincuentes extranjeros.

Uno de esos hechos lo protagonizó la custodia del fiscal federal Carlos Stornelli en la autopista Illia, cerca del aeroparque metropolitano. Según relataron los custodios, observaron movimientos extraños de tres automóviles y dos motos que se desplazaban cerca del vehículo de Stornelli. En especial, les llamó la atención que uno de los motociclistas llevara puesto un pasamontañas pese al calor y que luego otro, que viajaba en una moto, quisiera abordar un automóvil. Los custodios se identificaron como policías y les ordenaron detenerse. Tras un tiroteo, siete de los sospechosos, todos colombianos, fueron capturados, mientras que por lo menos cinco hombres lograron huir en motos y un automóvil.

Stornelli negó que los sospechosos hubieran intentado atacarlo y los investigadores presumen que quizá planeaban secuestrar a otra persona. Lo cierto es que 12 hombres a bordo de tres automóviles y dos motos representan una fuerza temible y si, como se supone, estaban por cometer algún delito, éste no sería un delito menor.

El hecho de que fueran extranjeros no constituye por sí mismo ningún agravante, pero revela, en cambio, una grave falencia de nuestros organismos de control que coloca a la ciudadanía en una absoluta indefensión.

No se trata de explicar el auge delictivo por el accionar de ciudadanos extranjeros, como quiso dar a entender la Presidenta al anunciar el proyecto de reforma del Código Procesal Penal. Hacerlo sería caer en un lamentable reduccionismo y en la xenofobia. El delito no obedece a la presencia de extranjeros. Obedece, como venimos sosteniendo desde estas columnas desde hace mucho, a la falta de interés de las autoridades nacionales, provinciales y comunales por combatirlo en forma decidida y coordinada. Obedece también a la creciente participación en hechos criminales de efectivos de las distintas fuerzas de seguridad. Y obedece a los controles cada vez más laxos de nuestras fronteras y de los puntos de ingreso en el país.

Entre los siete ciudadanos colombianos capturados, hay algunos que tienen peligrosos antecedentes penales. ¿Cómo es posible que las autoridades argentinas no hayan...

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