Del Frente de Todos al gobierno de nadie

El presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner

La bruma recién empieza a disiparse sobre el campo de batalla y deja ver los efectos que causó el terrible enfrentamiento. Las bajas, los heridos, los generales embarrados con las cicatrices provocadas por el fuego enemigo. El retrato del Gobierno hoy se asemeja mucho a esas imágenes de películas bélicas después de las largas escenas de combate. Todo transmite una sensación de etérea fragilidad apenas matizada por la forzosa necesidad de restaurar alguna épica por si una nueva refriega sobreviene.

El presidente Alberto Fernández exhibe la soledad diaria de haber perdido a sus lugartenientes más cercanos y trasunta el enojo que masculla en secreto. Quienes lo frecuentan dan cuenta de un hombre que no sabe bien cómo actuar, que extravió el libreto con el que se sentía afirmado. Le recomendaron bajar su nivel de exposición pública y "reconectar con la gente", algo que busca hacer con visitas a centros de jubilados y reuniones con pymes (una recomendación del catalán Antoni Gutiérrez Rubí , que asesora a Sergio Massa , quien empezó a incidir directamente tras el rearmado del equipo de comunicación). "El jefe de Gabinete que siempre anidó en Alberto encontró que ahora tiene otro jefe de Gabinete, Juan Manzur , entonces debe redefinir su rol. Y quizás sea tarde para redescubrir que tiene que ser presidente" . El asesor que arriesga esta hipótesis remarca que la embestida de Cristina Kirchner de hace dos semanas buscó "desalbertizar" el gabinete más que kirchnerizarlo, y que en el camino desdibujó a Fernández de la dinámica diaria. Hoy sus funcionarios se mueven con más autonomía y él denota incomodidad para ver cómo se amolda a la escena. Ya no están Santiago Cafiero ni Juan Pablo Biondi a su lado para interactuar. Ahora hay un tucumano que agenda reuniones a las 7 de la mañana para demostrar que antes faltaba gestión, tal como transmitió en alguna charla privada.

Conferencia de prensa de Juan Manzur, Aníbal Fernández, Matías Lammens y Carla Vizzotti. Vuelta al fútbol.

La relación de Alberto con Cristina está totalmente quebrada y, según coinciden en ambos bandos, es irrecuperable. Un problema mayúsculo para una coalición que no tiene ningún mecanismo formal de resolución de conflictos que no sea el diálogo entre ellos. La encrucijada maldita de las coaliciones informales, que carecen de liderazgos definidos, y que están insertas en sistemas presidencialistas. Un formato disfuncional.

Desde la carta de la vicepresidenta solo mantuvieron dos conversaciones telefónicas mínimas por temas puntuales. La incomodidad de los protocolos. "No tienen nada que decirse, ese es el problema de fondo" , apunta un interlocutor de la vicepresidenta. Él sigue pensando que ella buscó desestabilizarlo. Ella, que lo salvó de un declive terminal.

Cristina se recluyó después de la semana fatal y acotó mucho sus diálogos a un...

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