Frank Sinatra: la leyenda continúa

El juicio que asegura que Frank Sinatra es el artista popular por excelencia del siglo XX no debería limitarse a la calidad. En verdad, su arte -ese arte que dominó con el más alto grado de refinamiento imaginable y que lo volvió popular- sólo fue posible en ese siglo. Una voz así aparece muy de tanto en tanto y la suya en particular no podría haber aparecido sino cuando apareció. Con Sinatra, todo caía siempre en su lugar.

Hay que decir, ante todo, que, igual que su contemporánea Billie Holiday, Sinatra intuyó desde muy temprano que "tener voz" y ser cantante son dos cosas completamente distintas. Además de las cuerdas vocales, el instrumento privilegiado de Sinatra fue el micrófono. Se encontraron así un cantante procreado a la luz artificial del siglo XX con la tecnología decisiva de la amplificación del sonido. La expresión de su voz encontró en el micrófono el medio perfecto para la dosificación de esa expresividad.

Nadie contó la vida de Sinatra de manera tan breve y fulminante como Gay Talese en "Frank Sinatra está resfriado", texto incluido en el volumen Retratos y encuentros. La editorial Taschen reeditó ahora esa crónica con el título original en inglés, Frank Sinatra Has a Cold, en un libro de lujo con fotos de Phil Stern (algunas de ellas, que publicamos aquí) y las reproducciones facsimilares del manuscrito. Anota Talese: "Sinatra con gripe es Picasso sin pintura, Ferrari sin combustible..., sólo que peor. Porque el catarro común le roba a Sinatra esa joya que no se puede asegurar".

Sin embargo, la tecnología que hizo posible el brillo de esa joya no sería suficiente si no hubiera existido un correlato musical. Ese correlato fue el jazz. La voz de Sinatra se templó al calor de las bandas de los años 30 y 40, las de Harry James y Tommy Dorsey, para no hablar de la colaboración inter pares con Count Basie. El repertorio era además el mismo, ese tesoro inagotable que son los standards, de "You Go To My Head" a "Fly Me To The Moon" pasando por "What Is This Thing Called Love".

Dos cosas aprendió Sinatra de esos años. Por un lado, la importancia de tener cerca a los músicos, lo que se tradujo en su resistencia a grabar la voz en una cabina. Por el otro, que cada versión no debía repetirse, como sabe cualquier improvisador. El corazón musical de Sinatra fue siempre jazzístico.

Comparemos, por ejemplo, tres versiones de "Stormy Weather". En la primera, un registro de 1945 para Columbia, la escansión es típica del swing, con un legato muy...

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