Francisco promete 'tolerancia cero' con los curas abusadores de menores

ROMA.- Acusado por algunos sectores de no hacer lo suficiente para combatir la "ruina terrible" del escándalo de abusos sexuales de chicos por parte de sacerdotes, al margen de volver a ensayar un mea culpa porque la Iglesia "llegó tarde", el Papa reiteró ayer con fuerza su determinación a aplicar el principio de "tolerancia cero'".

En una vuelta de tuerca en los procedimientos, anunció que, de ahora en más, los sacerdotes hallados culpables en primera instancia por la justicia vaticana no podrán presentar un recurso. "Un solo abuso basta para que una condena sea definitiva, sin apelación", afirmó el Papa, que también señaló que jamás habrá indulto para curas abusadores.

"Quien es condenado por abuso de menores puede dirigirse al Papa para obtener clemencia, pero espero que quede claro que yo nunca firmé una medida de este tipo ni nunca la firmaré", advirtió. Aludió, así, a un informe de prensa publicado en febrero pasado que lo acusó, falsamente, de haber indultado a un sacerdote condenado por abuso.

Francisco volvió a reiterar su determinación de contrarrestar el escándalo de la pedofilia en el clero al recibir por primera vez en audiencia formal a los miembros de la Comisión para la Protección de Menores, que creó hace tres años para ayudar a combatir un escándalo que manchó como nunca la credibilidad de la Iglesia.

Formada por 15 miembros de todos los continentes, entre los cuales está el jesuita argentino Humberto Miguel Yañez, experto en teología moral de la Universidad Gregoriana, la comisión es presidida por el cardenal estadounidense Sean O'Malley, arzobispo de Boston. En marzo pasado, esta comisión sufrió un fuerte revés cuando Marie Collins, ex víctima de abusos, que la integraba, decidió irse vistas las resistencias encontradas en la Congregación de la Doctrina de la Fe y al manifestar su frustración.

Al recibir a la comisión en la Sala Clementina, el Papa prefirió no leer el discurso que tenía preparado. Y volvió a hacer un mea culpa en nombre de la Iglesia Católica. En el pasado, por defender su imagen, ésta practicó una política de encubrimiento de los casos, al mover de una diócesis a otra a los curas abusadores.

"Hemos llegado tarde. La antigua práctica de trasladar a la gente, de no hacerle frente al problema, adormeció las conciencias", admitió Francisco. "La conciencia de la Iglesia ha llegado tarde: cuando la conciencia llega tarde, los medios para resolver el problema llegan tarde", agregó, con inmensa franqueza.

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