El fracaso de un presidente que resume un estilo

Necesitó verse defenestrado Luis Segura para admitir hace un par de días la realidad: "La AFA está en una situación límite, así no se puede seguir". Una evidencia mucho más desoladora que las palabras que pronunció el 23 de octubre de 2014, cuando fue ratificado con un ficticio resultado de 50-0 por la asamblea para que completara el período presidencial de Julio Grondona: "Se demuestra que la AFA está unida y se echa por tierra los rumores sobre divisiones".

Los hechos evidenciaron que la entidad sufrió una atomización bestial tras la muerte de Grondona, y que Segura, como muy probablemente la mayoría de los dirigentes, no estaba preparado para llevar una ordenada y consensuada transición.

El fracaso de Segura es también el del resto de la dirigencia, envuelta en mezquindades e intrigas palaciegas. Segura intentó gobernar con el manual grondoniano sin estar dotado con el don del caudillismo con que se eternizó el patriarca de Sarandí: quiso conformar a todos, inclusive a interlocutores que hurgaban en sus debilidades para sacar ventaja.

Llevó a Tinelli al Departamento de Comunicación de la AFA y terminó incubando a un rival político en la esperpéntica elección del 38 a 38. Los clubes grandes fueron erosionándolo al ver que tenían la...

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