Una fortuna en el cesto de basura

Cerca de casa discurre un canal, recto y manso, que es tributario del río Luján y en el que suelen observarse botellas de plástico flotando hasta donde alcanza la vista. El municipio intenta, cada tanto, limpiarlo. Pero la avalancha de basura es implacable.

Desde hace un tiempo, mi barrio separa los residuos domiciliarios; los reciclables van a una bolsa verde de la que se encarga una cooperativa llamada Creando Conciencia. En su charla introductoria aportaron un dato estremecedor. Oh, no, nada de estadísticas climáticas escalofriantes. Lo que nos dijeron fue que varias empresas que reciclaban plásticos para fabricar tejas, baldosas o muebles habían tenido que cerrar por falta de insumos. Entonces vino a mi mente ese canal recto, manso y profanado por la insensatez.

Acabábamos de llegar a nuestra nueva casa, y -supongo que ya lo saben- dicha circunstancia está lejos de parecerse a lo que muestran películas y avisos de TV. Quiero decir, nadie corona tan ardua jornada brindando con un buen vino en unas copas diáfanas sobre un montón de cajas de cartón cubiertas con un mantelito di-vi-no. Para empezar, ¿dónde quedaron las copas?

Cuando nuestras vidas volvieron a organizarse, me puse a reciclar. Haría entonces un hallazgo sorprendente. Como me había advertido mi amiga Marcia, que es bióloga, esto de sacar, día por medio, una bolsa llena de basura es demencial.

-Yo pongo una bolsita así de chiquita en el contenedor.

-Por día.

-Por semana, Ariel.

Pensé que exageraba. Pero no. Lo que estamos haciendo es contaminar el planeta, cierto. Ahogamos los océanos con materiales que tardarán siglos en desintegrarse, verdad. Pero lo más delirante es que no tenemos ninguna necesidad de hacerlo.

¿Adónde irá a parar esa botella de malbec-cabernet franc que abrimos unos días después para celebrar la mudanza? A la basura. Un material noble que puede reciclarse sin límite y que tarda 4000 años en desintegrarse. ¡Y lo tiramos!

Alcanza con enjuagar la botella, ponerla en una pileta para que se seque y está lista para volver a circular. Esta idea es cardinal, la de mantener los materiales en circulación, en lugar de descartarlos. Todo el vidrio se puede reciclar. Frascos de aceitunas, de mermelada, de café instantáneo y el de...

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