Las otras formas del circo

Hoy comienza la séptima edición del Festival Internacional de Circo de Buenos Aires, que, por su propia historia, ha demostrado que buena parte de su programación radicalmente está muy por fuera del concepto del circo más tradicional. Este año, por los menos, hay dos espectáculos de dos compañías internacionales que ya habitaron las carpas y teatros de este festival que organiza el Ministerio de Cultura del gobierno porteño.

El sábado, por ejemplo, será el turno de la nueva producción de los canadienses de Los 7 Dedos de la Mano (o Les 7 Doigts de la Main, en su idioma original). El grupo, fundado por siete ex integrantes del Cirque du Soleil, ya es conocido en estas tierras. De hecho, ya se presentaron en Buenos Aires otros siete montajes. El octavo en llegar lo llamaron Cuisine y Confessions. "Una receta de circo-danza-teatro y rock infalible", dijo la crítica de un diario de Montreal. La obra tiene lugar en una cocina y promete un decidido tono biodramático de cada uno de los intérpretes. Como en ella trabajan tres artistas argentinos no será extraño toparse con sabores locales (uno de los testimonio remite a una de las páginas más trágicas de la historia de nuestro país).

La otra compañía que ya habitó las carpas de Polo Circo es Cirkus Cirkör, de Estocolmo. El año pasado, trajeron Wear it Like a Crown. El año anterior, habían llegado con Undermän. Aquello era magia, sensibilidad, energía en estado puro a cargo de tres grandotes con facha de vikingos que tuvieron que reinventarse porque sus parejas artísticas (aquellas que ellos hacían volar por las alturas) habían tomado otros aires. Los tres, junto con un músico de la escena rockera indie escandinava, daban vida a esa poética historia que atrapó al público.

Eso lo dirigió un tal Ole Strandberg. Ole es un joven artista que, en 2005, se accidentó mientras hacía un triple salto mortal. Quedó paralizado del cuello para abajo. Esta vez, trae Underart (estrenan el jueves próximo). Nuevamente toma elementos biodramáticos ligados a su propia historia. Para esta "oda a un aterrizaje forzoso" reunió a otros siete artistas (entre ellos, uno de los grandotes de Undermän). Hay un especialista en acrobacia, otro en danza callejera, una contorsionista, otro que hace danza acrobática, uno al que le van más los malabares y así las cosas. Todos son performers de una capacidad expresiva exquisita. Como yapa, cantan, ejecutan música en vivo, contagian ganas. Hace cosa de un año presentaron en Estocolmo...

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