Florencia Peña: 'Está bueno gritar fuerte en lo que uno cree'

Una reminiscencia al yin y el yang atraviesa el confortable y luminoso espacio palermitano que habita Florencia Peña. El misticismo oriental está enmarcado entre imágenes de Buda, tapices y cuadros alusivos, mobiliario cuidadamente négligée, una discreta y a la vez voluptuosa araña de la que pende una lluvia de lágrimas de vidrio macizo. Hasta Jorge Lanata y Horacio Verbitsky conviven armoniosamente, aunque más no sea a través de sus libros, compartiendo un anaquel de la biblioteca, junto a géneros que remiten a sus pares los artistas, y al crecimiento interior, como una búsqueda incesante. Pero no pasiva.

Peña se asume como un torbellino. Como lo define el Tao, ésa es la dualidad que rige nuestros destinos. El relax y la exaltación. En su búsqueda encuentra la posibilidad de burlarse de sí misma. Ella es su propia referencia en Casi diva, la obra que presenta en el Teatro Del Sol, de Villa Carlos Paz. Dirigida por el "macoco" Daniel Casablanca y acompañada por Noralíh Gago, Sebastián Almada, Leo Bosio, Seku Faillace y Mariela Rosso, la pieza producida por Corner Producciones (del empresario de la salud Claudio Belocopitt y Gerardo Rozín) parte de una secuencia ideada por la propia actriz, que alterna momentos de felicidad con desgarros.

¿Una autobiografía, a la manera de las divas?

No, no tengo ningún componente de divismo. No podría tener esa construcción porque no me sienta: se me notarían los hilos. En cambio, me río de los estereotipos. Uno de los cuadros alude al armado de una diva. Es muy gracioso ver cómo se va construyendo esa imagen: me ponen un perro, una capelina, una cartera y unos lentes caros.

¿Nunca te la creíste?

La confusión sólo apareció cuando tenía 18 años -empecé a los 7-, y por suerte se mezcló con la inmadurez típica de la adolescencia. Siempre entendí que esto es cíclico e inconstante, y que aferrarse a determinados lugares comunes no conduce a nada. Tuve etapas muy prósperas, al año siguiente me caí y volví a comenzar, esperando que me contraten y que crean de nuevo en mí. Si hubiera comprado el mecanismo de "ser estrella" habría sufrido mucho.

¿Detrás de un éxito no existen las presiones para generar otro inmediato?

La única presión es conmigo: me gusta estar a la altura de los objetivos artísticos que me propongo y defender el proyecto. Inclusive, en aquellos que a priori los imaginaba de una manera y terminaron de otra. Cuando puedo elegir (no siempre se da) elijo desde las ganas y la intuición.

¿Con esos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR