Un final de película

El fútbol argentino es fácil de definir. Se nota a la legua. Equipos limitados, agresivos, luchadores, sin luces, que chocan unos contra otros. Una paridad que apasiona a unos, una mediocridad que deprime a otros. Cualquiera le puede ganar a cualquiera: una declaración de principios jugosa, según como se mire. Los torneos se definen en el último suspiro, con un puñado de candidatos, todos de papel, porque se caen o levantan según la dirección del viento. Los que hoy son punteros ayer transpiraban la gota gorda en el sótano. De todos esos equipos, Vélez es de los mejores. Y Racing, sin dudas, es de los peores. Qué expresión perfecta de esta fábula en la que se convirtió nuestro fútbol: un choque de potencias que en otros lados puede acabar en una hipotética goleada. Aquí, sin embargo, sucede lo contrario: Vélez choca contra Racing. Y, en el final, en la última bola del casino, Racing transforma todo: gana por 1 a 0. Una síntesis global perfecta de lo señalado líneas atrás. De lo que se observa en los últimos años.Pierde Vélez y no alcanza a Colón en las alturas. Gana Racing y se aparta de Tigre y Arsenal. De una frontera hacia la otra, un mundo de opuestos y... semejantes. Van 47 minutos, se cierra el telón, el empate sin goles no se va a cambiar. No se va a modificar. Vélez choca con Racing. Vélez no puede con Racing. Sin embargo, el gigante dormido tiene una más. Aued se la cree: lanza un taco en el área adversaria, un atrevido, un insolente inesperado. Allí, perfecto, letal, habilitado, Vietto encuentra el espacio y define con la boca llena de gol. La Academia lo hizo, la Academia todavía no lo puede creer, sobre todo, en esa segunda mitad, en la que fue un espectador amarrete, bien cerca de su arco.Vélez, en líneas generales, fue superior. Mereció, si se trata este juego con anteojos con aumento, una diferencia tenue. Un tiro que chocó contra un palo del Gordo Pratto, el mejor exponente de nuestro alicaído medio. También, es cierto, en...