El fin del kirchnerismo, premio consuelo

Ocurre con cierta frecuencia. Cada vez que , presidente de YPF, se sienta delante de inversores, tiene la locuacidad y la crudeza de un empresario. Será por el 49% que a la petrolera le queda de privada. De cualquier modo, así se explayó hace unos días, cuando intentaba transmitirles sus urgencias a representantes de fondos de inversión. Hablaba del subsidio que reciben las empresas del sector para cobrar el gas a 7,5 dólares por millón de BTU, de la necesidad que él tiene de nuevos fondos, y entonces admitió que lo que se disponía a decir no estaba bien. Planteó: "El negocio, tanto para ustedes como para mí, es «esquilmar» al Gobierno, y para eso es necesario que los capitales que estén dispuestos a suministrar lleguen rápido".

Era el Galuccio político. El que intuye que el aporte del Estado para lograr ese precio largamente reclamado por las petroleras podría revisarse tarde o temprano porque las cuentas no cierran y el kirchnerismo se va. Cada tanto, Galuccio vuelve a su rol de soldado del proyecto. Como la semana pasada, cuando para obtener 1500 millones de dólares pagó una tasa de 8,6% -menos que el Estado nacional, pero casi el doble que sus vecinas Ancap (Uruguay) e YPFB (Bolivia)- para que se contabilicen en las reservas del Banco Central.

Es el costo que asume el Galuccio técnico, inmerso en una gestión energética prolífica en inconsistencias. Una de ellas es la torpeza en la importación de gas. El 30 de marzo y el 9 de abril, por ejemplo, la Argentina le compró a la británica BP dos barcos metaneros que llegaron a Bahía Blanca a 14,7 dólares por millón de BTU. Casi el doble de los 7,7 dólares que le pagó después a la española Gas Natural Fenosa por dos buques que arribaron a Escobar el 13 y el 19 de abril, y bastante más que el precio de la italiana ENI, que cobró 8,45 el 31 de marzo.

¿Esquizofrenia? ¿Mala intención? No, urgencia pura: los dos barcos de BP, los más caros, fueron contratados el año pasado en la modalidad "a término", al precio que tenían entonces; los otros corresponden al mercado spot, lo que cuesta cada día ese mismo gas. De tan necesitada, como un sediento que ofrece todo el oro por un vaso de agua en el Sahara, la Argentina no puede exponerse a que, por desencuentros logísticos, se interrumpa el suministro. Este ciclo energético terminará con varias ironías. En los últimos días, enterado de que la planta de regasificación que la firma Gas Sayago prepara en Uruguay no estará lista el año próximo, sino en 2017, y...

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