Figuras de fuego

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Figuras De Fuego
Una mujer incandescente, con voz tenaz y escarpada, canturrea un tan-
go-opera. Es una melodía pétrea mezcla de humo y vapor.
Sentada en el umbral de los abismos se desnuda desde el centro hacia
afuera. Los pechos le cuelgan hasta la cintura, allí los espera su niña para
comérsela desde afuera hacia el centro, de puro amor. Chorrea su silueta,
desmembrada de perles y perímetros.
Unos perros, ardiendo de escorias, le aúllan a la muerte.
El miedo, empapado en cenizas, transpira en mi cuerpo.
Las formas se abandonan tironeadas por la gravedad.
La niña se vuelve obesa, áccida, ciega de fuego. Su cuerpo se degrada y
se transforma. Estalla su corazón de piedra derretida y en una partícula de
la entraña, desierta de testigos, parpadea una auta que se fuma el último
ardor de la melodía.
Los perros pierden el aullido y sus gargantas son hogueras sin sonido y
sin color.
De entre las sombras de los truenos se desprenden las innitas formas
de un hombre apasionado. Se le estiran los dientes, se le achican los ojos y
se le resbalan los sentidos hasta la punta de los pies.
La niña, los perros y los hombres pierden las costumbres. Fluyen por
una ladera dejando la huella del espíritu de sus formas. Del instante. Son
gotas que invierten sus formas y caen sin dudar de su destino. Los sorpren-
de la sal y son ellos mismos solo en el fondo del mar.
Se les inaman las retinas y se transforman en la esencia de una cripta
profunda, azul, ciega y silenciosa.

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