De la fiesta popular a la exigencia solitaria

Para muchos, es como entrar a una gran fiesta. Mucho tiempo de preparativos, eligiendo la mejor ropa, el corte de cabello, el perfume adecuado… La producción es extensa. Y todo para ese momento sublime de ingresar al salón para vivir ese impacto único cuando todos están relucientes. Una fiesta genera expectativas, el sueño de un momento agradable, hasta puede resultar inolvidable. Es cierto, es ese instante cuando todo se destaca, la prolijidad es común a todos. A medida que la fiesta se desarrolla, aquello que se mostraba con suma formalidad pierde la línea y la vorágine de la celebración toma protagonismo por encima de la imagen.

Ayer los participantes del Dakar entraron a la gran fiesta. Es el momento único en el que todos se sienten mirados y admirados por el valor de encarar una aventura exigente, extrema, dura. No sólo el casco y la indumentaria tienen olor a nuevo. Las máquinas están impecables. En ese desfile de apenas dos minutos arriba de la rampa de largada se exhibe el esfuerzo y el trabajo de todo un año para llegar al Dakar 2015. Y en ese desfile entre Tecnópolis y la Plaza de Mayo, los tripulantes muestran con orgullo la máquina con la que se aprestan a iniciar una aventura de más de 9000 kilómetros, donde los problemas y los inconvenientes se alternarán casi sin descanso durante 15 días.

El calor popular desde la misma General Paz hasta la llegada a la rampa en la calle Balcarce fue constante. Según la organización, sumando el público en todo el recorrido, fueron más de 600.000 las personas que se acercaron a ver el paso de los autos. Esa comunión entre la gente y el Dakar, que tanto asombra a los extranjeros y motiva a los protagonistas, es inagotable. Admiración por una actividad que requiere coraje, que "no es para cualquiera". Afecto permanente para quienes en un puñado de horas comenzarán a vivir esa rara sensación de luchar deportivamente en el "medio de la nada", después de la algarabía popular.

Robby Gordon, con Gordini (nada que ver con el vehículo tan popular en nuestro país), que en cada largada se lleva una ovación con su famoso salto en la rampa, esta vez tuvo un agregado de dificultad, ya que se olvidó el volanta en el hotel y tuvo que manejar el prototipo con una llave inglesa agarrada a la columna de dirección.

Este año el Dakar tiene particularidades definidas. Si es por admiración, las motos provocan un encantamiento singular por parte del público, ya que se respeta al piloto que no sólo maneja, también se...

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