Una fiera que nunca resigna su identidad: Uruguay

NATAL.– Un poco con el hombro, un poco con la espalda, Diego Godín y Uruguay fueron a la carga con todo el cuerpo a buscar esa pelota con las mismas ansias que persiguen todas las demás. El zaguero, que hace poco hizo el gol de la Liga de España para el Atlético de Madrid al imponerse con un cabezazo en las alturas del Camp Nou, ayer le dio la clasificación a Uruguay a los octavos de final al impactar de forma poco ortodoxa, casi de espaldas y encorvado en medio de una montonera, el córner del elegante zurdo Ramírez. ¡Pero desde cuando Uruguay se ajustó a la ortodoxia en el fútbol! Si justamente su misión histórica es desafiar lo establecido, ir más allá de lo que le pronostican, hacer realidad lo que parece imposible. Combatir con grandeza cada vez que se lo señala en inferioridad.Basta que lo den por muerto para que se revuelva como una fiera. Uruguay siempre fue así y no se aleja un milímetro de esa identidad. Se transmite de generación en generación. Siempre se marca a su escasa población (3.300.000 habitantes) como condicionante para estar a la altura de rivales que incluso son potencia como países. Pero quizá en esa baja densidad demográfica esté el secreto para que no se disperse ni se contamine de factores externos la transmisión de un mensaje, de una cultura, de una manera de sentir el fútbol. Uruguay parece decir: somos pocos, sí, pero suficientes y convencidos para tener a los 11 (titulares), los 14 (tres cambios) y los 23 (el plantel) que hacen falta. Ese espíritu tribal posibilitó otra fecha histórica para el fútbol charrúa. En el caldoso clima de Natal, sudó como de costumbre para que una de las tribunas del estadio Das Dunas fuera una pequeña réplica del Centenario, con miles de hinchas cantando a pecho inflado: "¡Volveremos, volveremos// volveremos otra vez // a ser campeones, como la primera vez".Era una final, justo la clase de partido que más le cuadra a Uruguay, mucho más que un debut (Costa Rica) que parecía para sumar y lo terminó poniendo entre la espada y la pared. Hacía 44 años que Uruguay no le ganaba a un equipo europeo por los mundiales. Y en cinco días dobló la resistencia de dos campeones del mundo (Inglaterra e Italia), que ya están haciendo las valijas. Porque la manera de imponerse es ésa: quiebra, somete, empuja, aporrea. Sin baile. Acorrala. Ya lo dijo Godin, la figura no sólo por el gol, sino porque como uno de los zagueros de la línea de tres cortó y rechazó toda la pelota que le quedó cerca: "Uruguay parece que no sabe...

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