Fiel a sus convicciones, Eguard Tejera se desahogó

Siempre lo mejor estuvo por venir para Eguard Tejera, el jockey que creció cerca de un Maroñas que iba deshilachándose y regresó hace casi un par de años a Uruguay para redescubrir a un hipódromo reposicionado y con proyección. Allí fue donde el lunes pasado ganó la carrera de su vida, el Gran Premio José Pedro Ramírez, para que su currículum luzca el Grupo 1 que hasta aquí se le había negado.El jinete que hizo base en Las Piedras, otro escenario recuperado del otro lado del charco, y en Porto Alegre, cuando se cruzó a Brasil para probar suerte, sabe todo lo que le ha costado llegar a este momento de gloria, a los 37 años. Por eso tantas lágrimas, tanto tragar saliva y respirar hondo para recordar: "Cuando empecé a correr estaba muy verde y no tuve demasiadas posibilidades de pulirme. Lo hice a base de sacrificio y mucho esfuerzo, en la profesión y en la vida".Pablo Núñez, incorporado el mes pasado a las comisiones hípicas de Maroñas y Las Piedras, estaba describiendo a Tejera como "luchador y aventurero". De pronto, la charla con LA NACION se interrumpió cuando una voz femenina le puso un enfático "muy" a ambos adjetivos y agregó que Eguard "siempre soñó con destacarse como jockey y la pasó mal en sus primeros tiempos en Miami, cuando viajó sin un peso en el bolsillo y una tarde, desconsolado, se sentó en el banco de una plaza y una venezolana se acercó a ayudarlo".Una madre orgullosa, al encuentro de su hijo en pleno festejo, no pudo evitar detenerse un instante para sumar datos. Tampoco quiso sacarle el cuerpo a la situación aquella desconocida en los Estados Unidos, donde...

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