La 'feudalización' de la Argentina del Covid-19

La pandemia lo provocó. Y el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández lo hizo. La Argentina se "feudalizó". Y todo el país se transformó, de la noche a la mañana, en algo parecido a las provincias de San Luis y Formosa, para poner tres ejemplos de lo que estamos hablando. En su inolvidable libro, Miguel Wiñazki llamó a los hermanos Rodríguez Saá los dueños de El último feudo. Y denominó "feudo" a San Luis de manera deliberada. Para comparar a la administración de esa provincia con un sistema de gobierno que funcionaba en la Edad Media, basado en una serie de protocolos y obligaciones que vinculaban, de manera perversa, a vasallos y señores.Salvando las enormes distancias de aquella época con la actual, ahora mismo parece haber un Estado al que todo el tiempo le estaríamos debiendo algo. Un vínculo paternalista entre el vasallo y el gran señor que resultaría desproporcionado. Un Estado que parece transformarse en el dueño de nuestras vidas, aunque el Presidente no sea un rey ni la vicepresidenta pueda ser comparada con una reina. Un Estado que, de manera incipiente, comienza a hacer un culto de la personalidad al presentar al primer mandatario como el Capitán Beto, o una mezcla de Batman y Superman, en lucha contra el Covid-19, ese bichito maligno y muy inteligente, que supera, él solo y por mucho, al Guasón y la kriptonita. Quizás el propio Alberto Fernández no se haya dado cuenta al hacerlo, pero cuando recomendó a los niños que le manden dibujitos con su imagen no estaba más que alentando ese culto a la personalidad tan propio de los regímenes autoritarios.¿De qué hablamos cuando hablamos de feudalización de la Argentina? Lo vamos a plantear a través de ideas y con cifras aproximadas. Pusimos el ejemplo de los gobiernos de las provincias de Santa Cruz, Formosa y San Luis porque, desde el punto de vista conceptual, son idénticas. Y "feudales". El empleo público es altísimo e involucra, directa o indirectamente, a la mayoría de la población económicamente activa. Por supuesto, muy por encima del empleo en el sector privado. La Justicia es, con honrosas excepciones, absolutamente dependiente del Poder Ejecutivo. Los medios viven, casi exclusivamente, de la pauta oficial, y se terminan transformando -de nuevo, con honrosas excepciones- en un apéndice de un poder político concentrado y de prácticas autoritarias. Las legislaturas son dominadas por el Poder Ejecutivo. Así, el peso del "amo" resulta formidable. Porque la mayoría los...

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