Festivales folklóricos, un espejo de la sociedad

Hace una semana, en una entrevista con LA NACION, el cantautor Víctor Heredia decía que Cosquín siempre funcionaba como una caja de resonancia de los vaivenes culturales, sociales y políticos del país. No se equivocaba. En su última edición, el festival de folklore fue un espejo de las problemáticas en distintas regiones del país que desvelan a la sociedad: el desmonte en Córdoba y Santiago del Estero; las inundaciones en el Litoral y la provincia de Buenos Aires; la represión a los mapuches en Chubut; los índices de pobreza; la violencia de género; el alud de barro que castigó al pueblo de Volcán en Jujuy, y el muro que quiere construir Donald Trump. Durante las nueve noches, muchos de los artistas que participaron de Cosquín, un festival televisado por la TV Pública, tuvo algo para decir, desde una canción, un poema, una frase, un audiovisual hasta una performance. La joven artista Milena Salamanca, por ejemplo, tradujo la denuncia por la represión a los pueblos mapuches en una potente performance política y...

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