Otro año de festejos distantes y ociosos

La televisión abierta se tomó al pie de la letra algunos de los eslóganes de sus recientes campañas institucionales. Eso de estar "juntos" o "cerca" para que todo resulte "muy bueno" fue construyendo casi sin esfuerzo una especie de identificación literal entre emisores y televidentes. El resultado de ese laborioso reconocimiento como iguales queda a la vista en la pantalla en cada fin de año. Unos y otros quieren lo mismo: descansar.De ese anhelo, sin embargo, se desprende de inmediato una contradicción elemental. El televidente dispone en estos días de más tiempo libre y con toda lógica espera que la pantalla le brinde un refuerzo paralelo en la compañía acostumbrada, mucho más si el televisor sirve como punto de apoyo en situaciones de soledad o de aislamiento ¿Podría ser eso posible si quienes hacen la tele se desligan de su responsabilidad y como única tarea antes de entregarse al ocio activan el piloto automático de una programación enlatada?Fuera de la continuidad de algunas series o tiras que se aproximan al cierre y necesitan cumplir contra reloj calendarios muy ajustados, el resto del horario central de las Fiestas no sale del clásico menú de películas navideñas y "lo mejor del año". En este último caso se trata de una selección con entrevistas seleccionadas de algunos ciclos que ni siquiera se toman el trabajo de colocar en pantalla la placa de "programa ya emitido".Este desafortunado hábito es otra muestra de la pereza congénita de nuestra TV ¿Nadie pensó en convocar a las...

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