Fernández podría reencarnarse

El debate viene escalando. Sí, es una frase absurda. Escala un conflicto, no un debate. Pero nos explicaron que entre los dos bandos gubernamentales no hay pelea alguna: están debatiendo . Para más datos, ideas.

Debate de ideas un poco raro. No se atienden el teléfono, mucho menos se juntan para hablar, no chatean ni hacen un Zoom, apenas se saludan por Twitter -prueba de su buena educación- cuando nace un hijo, acontecimiento inhabitual, huelga aclararlo.

Las ideas son intercambiadas a través de los medios de comunicación, es decir, por una vía que desde hace años los protagonistas repudian con la yugular sobresalida por el fervor militante. Es que los medios son el enemigo, repiten sin descansar más o menos desde que comenzó el siglo. En general agregan el adjetivo "hegemónicos", pero lo mismo da, porque está visto que a los no "hegemónicos", o sea a los "propios", en sus dos categorías, estatal y paraestatal privada, no les asignan importancia alguna.

Ni el peronismo ni Juntos por el cambio convalidaron jamás que hubiera debates, críticas, peleas a través de los medios. Mucho menos estando en el gobierno. Ningún gobernante privilegia los canales mediáticos para tramitar acuerdos o desacuerdos con socios y aliados. Ni acá ni en ninguno de los países en los que gobiernan coaliciones. El Frente de Todos, claro, no es una coalición sino un frente peronista, pero a sus ideólogos les gusta usar esa figura de acento europeo con sabor a democracia parlamentaria.

Se supone que en una democracia hay partidos políticos (pocos recuerdan que desde hace un año Alberto Fernández incluso preside uno, el Justicialista) y que los debates, puertas adentro, son intrapartidarios e interpartidarios. Siguen una agenda y esa agenda define un orden. Hubiera sido razonable, por ejemplo, que al irrumpir la pandemia las distintas vertientes peronistas que forman el Frente de todos se hubieran puesto a ver qué hacen delante de algo tan inesperado, tan nuevo, tan disruptivo. Pero lo que ahora está bajo discusión, lo dicen los propios discutidores, es el modelo económico, asunto sin sorpresas. ¿No lo podían haber charlado antes de presentarse a elecciones? (pregunta retórica, la respuesta es obvia).

Como sea, esto está escalando. No tanto porque Alberto Fernández mandó a sus ministros a contestar el discurso chaqueño de la vicepresidenta sino porque él mismo con su réplica del pasado fin de semana cruzó una raya. Dijo textualmente: "En mi gobierno no he ocultado nada...

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