Un fenómeno nuevo para el Presidente: la caída del optimismo

Desde que se inició 2017, el gobierno de enfrenta un fenómeno que no había conocido en sus anteriores 12 meses de gestión: la caída general del optimismo ciudadano. La luna de miel de la sociedad con el Presidente es un recuerdo ya lejano, y aunque todavía no se pueda hablar de desilusión, el estado de ánimo que caracteriza a la población es de impaciencia. Entre los analistas de opinión pública hay coincidencia en que, mientras no exista una percepción arraigada de crecimiento sostenido de la economía, el desasosiego ciudadano seguirá reinando.

Para que el macrismo gane las elecciones legislativas del 22 de octubre no sólo será indispensable que la inflación baje sensiblemente y que la actividad económica se reactive. Será necesario que la mayoría de la ciudadanía perciba que la economía ha vuelto a crecer.

Tanto economistas como funcionarios gubernamentales confían en que este año llegará el tan esperado rebote económico. No obstante, subsisten dudas acerca de si ese rebote se traducirá en beneficios tangibles para el bolsillo de los votantes hacia agosto, el mes de las primarias abiertas.

A la economía argentina le restan dos meses para empezar a crecer en serio. Este cálculo, que hacen distintos analistas, se explica porque la población suele tardar entre tres y cuatro meses en percibir en carne propia los efectos favorables desde que se producen indicadores concretos de crecimiento. En otras palabras, si la economía no empieza a moverse con vigor hacia abril, no será fácil que la buena onda llegue a la gente en agosto, cuando se ponga en marcha el proceso electoral.

Al problema de que la economía estaría demorándose más de la cuenta en dar señales de revitalización se suman los errores de comunicación desde el Gobierno. Muy pocos consumidores vieron favorablemente los cambios impulsados con el declarado propósito de transparentar los precios. Hubo leves bajas en algunos artículos electrodomésticos abonados al contado, pero la mayoría se quedó con la desazón derivada de que el financiamiento en cuotas resultaba más oneroso que antes.

Los desaguisados provocados por el ahora abandonado acuerdo entre el Estado nacional y la empresa Correo Argentino, de la familia Macri, y por el fallido recálculo de los aumentos en los haberes jubilatorios contribuyeron a aumentar el malestar general.

Si bien parte de la ciudadanía puede ver la marcha atrás presidencial en tales temas como un buen síntoma y como la contracara del cuestionable estilo...

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