Federico García Lorca: vida y obra del poeta gitano laten en Buenos Aires

"Buenos Aires tiene algo vivo y personal, algo lleno de dramático latido, algo inconfundible y original en medio de sus mil razas que atrae al viajero y lo fascina. Para mí ha sido suave y galán, cachador y lindo, y he de mover por eso un pañuelo oscuro, de donde salga una paloma de misteriosas palabras en el instante de despedida", pronunciaba Federico García Lorca en 1934 en el puerto de Buenos Aires, a metros del transatlántico italiano Conte Grande, que lo llevaría de regreso a su hogar, luego de una estadía de seis meses en "la Reina del Plata".

"Verde que te quiero verde" y tantos otros versos tan populares de su autoría mantienen vivo al poeta (1898-1936), asesinado durante la Guerra Civil Española. Lorca es de Fuente Vaqueros, de Madrid, de Nueva York, y también de Buenos Aires. Esta ciudad austral que lo recibía entonces -en la cumbre de su fama, con una máxima algarabía- lo recuerda hoy con el mismo entusiasmo. Su presencia en los escenarios porteños es permanente, con obras para niños y grandes, fieles e inspiradas en sus textos: este año se vio desde una versión de títeres de La niña que riega la planta de albahaca y el príncipe preguntón hasta La zapatera prodigiosa. Actualmente hay cuatro versiones del autor, incluida La casa de Bernarda Alba, que dirige José María Muscari, que tras una gira por el país hará su temporada de verano en Mar del Plata.

Se precisa en Lorca: un andaluz en Buenos Aires, 1933-1934, el valioso estudio de Pablo Medina editado por Manrique Zago, que el poeta permaneció en la ciudad desde el 13 octubre de 1933 hasta el 27 de marzo de 1934. También viajó a La Plata, Rosario y Uruguay, pero la mayor parte del tiempo estuvo aquí, en el porteño hotel Castelar, que había sido inaugurado en 1929. No siempre era puntual en el pago de su alojamiento: despilfarraba sus ahorros en flores y bombones que regalaba a las actrices de la época.

"El hotel Castelar tenía tres elementos estratégicos para él: Radio Stentor, donde recitaba y lo presentaban como «la voz gitana»; la peña El Signo, que frecuentaba, y la cercanía con el teatro Avenida, donde se representaban sus obras", explica María Cáfora, de la comisión de cultura del hotel, quien organiza las visitas guiadas de los miércoles a la habitación 704. Hoy, en el Salón Dorado del edificio, se lo homenajeará con una versión libre de Doña Rosita la soltera (ver aparte).

La presencia y la magia de Lorca se prolongaron en los años siguientes a su partida. En 1945...

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