Fantasmas y errores en tiempos electorales

Solamente los conspiranoicos funcionarios cristinistas pueden confiar en que los problemas de la economía serán solucionados por los servicios de inteligencia. Solamente una oposición muy desorientada puede darle al kirchnerismo el arbitraje implícito de sus diferencias. Los primeros no saben cómo resolver el problema de desconfianza económica que acompaña a la Presidenta desde que llegó al poder. Los otros se las arreglan para crear desconfianza donde comenzaba a despuntar cierta confianza. La decadencia argentina no es obra de crisis externas ni de castigos divinos; sus autores son nativos extraviados en una selva de prejuicios y errores.

Funcionarios kirchneristas aceptaron que el decreto que reglamentó la ley de inteligencia interna está empapado por la sospecha de que algo podría pasar en la economía antes de las elecciones de octubre. Han salido a la caza de supuestos y eventuales culpables. Ese decreto podría ser inconstitucional porque termina legislando más allá de los límites de la propia ley. Podría serlo también porque las escuchas telefónicas sobre ejecutivos de empresas y bancos se harían de manera "preventiva". ¿Tal prevención prevé la participación de un juez? ¿Se podría hacer prevención respetando el papeleo que requiere la intervención de un juez? Si un juez no autorizara esas escuchas telefónicas, éstas serán definitivamente ilegales.

Ese decreto abre una grieta profunda en la muralla que defiende la privacidad y las libertades de las personas. El Estado puede conocer conversaciones privadas, interpretarlas a su manera y, encima, difundirlas o tomar decisiones sobre los protagonistas de las conversaciones. Las escuchas telefónicas están en manos de la kirchnerista jefa de los fiscales, Alejandra Gils Carbó, que seguramente las trasladará primero al poder político y luego a la Justicia. "Es una bomba neutrónica en manos de este gobierno", señaló un importante dirigente empresario. Menos de cinco meses antes de entregar el poder, Cristina Kirchner está inclinando cada vez más a la Argentina hacia el espejo de Venezuela, que se desliza por el terraplén de un Estado fallido, aunque autoritario.

El problema económico de Cristina es, en efecto, la permanente desconfianza social en su manejo de las cosas prácticas. La sociedad argentina dolarizó la economía de hecho a partir de que la Presidenta asumió su primer mandato. La corrida cambiaria comenzó en los meses de su elección inaugural, más precisamente en el último trimestre...

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