Falta energía, pero sobran políticas erradas

Si uno considera al sector energético por lo que los usuarios residenciales perciben, estamos, salvo algunos sobresaltos recientes, en una situación de maravilla. Eso es lo que el kirchnerismo se esmeró en hacer creer a la gente con tarifas regaladas, mientras oculta las carencias mediante el recurso de transferir los cortes a los sectores productivos. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el sector residencial del consumo energético -digamos electricidad, gas natural y combustibles- representa sólo la tercera parte de la demanda. A partir de este dato, entonces, el usuario común podría empezar a sospechar que algo anda mal en el suministro de energía. Algo que por supuesto no se arregla con la toma de control por parte del Estado, a través de YPF, de la empresa Metrogas, hecho que se conoció ayer.

La cuestión es más compleja. A los cortes y limitaciones que padece el resto de la demanda energética desde hace tiempo, cuidadosamente ocultados por el Gobierno, hay que agregarle otros hechos que agravan el cuadro. Entre ellos, las importaciones en aumento desde 2005 (este año ya superaron los 10.000 millones de dólares), cuando antes exportábamos; las tarifas regaladas, una ficción que ralentiza, pero no evita el impacto inflacionario vía subsidios a parte de la oferta, lo que deterioran el servicio y fomentan el derroche; la reducción de las reservas de gas a la mitad y las de petróleo a una cuarta parte; la ineficiente oferta eléctrica orientada a cubrir los picos de demanda a cualquier costo, económico y ambiental; la cesación de pagos de las empresas distribuidoras de gas y electricidad, última etapa de un proceso del deterioro causado por el congelamiento tarifario, que provoca fallas en las redes cada vez más frecuentes y duraderas.

Si tenemos en cuenta todo esto, entonces comprenderíamos por qué estamos ante una decadencia energética de carácter estructural con visos de agravarse, fruto de una mala praxis y peor política aplicada al sector por parte del kirchnerismo.

El Gobierno no se hace cargo de la responsabilidad que le cabe en esta crisis y ya ha elegido culpables: principalmente, las empresas del sector, pero también la herencia recibida de gobiernos anteriores (esto, paradójicamente, contradice al propio Néstor Kirchner, quien en un documento de campaña de 2002 elogiaba la situación del sector energético). De creernos ese nuevo relato oficial, estaríamos cometiendo un serio error de diagnóstico que conduciría inevitablemente...

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