Falta de confianza: la base del problema

Una de las grandes preguntas a todos los candidatos a la Presidencia de la Nación se refiere al fin del "". El actual gobierno se ha visto impedido de liberarlo por cuanto no goza de confianza. Y no goza de confianza porque ninguno de sus integrantes, y en particular el ministro de Economía, conoce ni le importa el rol de la confianza en el funcionamiento de un país.

En una alocución ante el Senado de la Nación, en 2013, en que se justificaba la confiscación de YPF, proclamó que la seguridad jurídica y el clima de negocios eran "palabras horribles". Claro está, horribles e innecesarias en una economía dirigida por jóvenes camporistas que sustituyen el sistema de precios por objetivos políticos. Quizá leyeron La nueva economía, de Yevgueni Preobrazhenski, y creyeron que era nueva, de verdad, y no de 1926.

Como resultado de esa solemne declaración de "asco", la Argentina fue condenada a vivir sólo de sus exportaciones, sin ingreso de capitales para el gasto y la inversión. Por el contrario, tiene fuga de divisas a través de la sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones, como resultado de los incentivos perversos que provoca la brecha cambiaria fogoneada por la inflación. Es como llenar una bañadera abriendo la canilla, pero dejándole el desagüe sin tapón: no hay agua que baste para llenarla.

La seguridad jurídica y el clima de negocios se logran cuando hay confianza. Es tan sencillo y obvio el concepto, que no se requieren muchas luces para entenderlo. En la sociedad hay fuerzas dispersas que - en ausencia de un marco institucional adecuado - se neutralizan y desperdician. Como un cruce de calles cuando el semáforo está apagado.

Sin confianza, sin seguridad jurídica, reina un sistema precario, expuesto al manotazo de los demás. No hay incentivos para trabajar ni para construir. Se vive el momento: de la caza y de la pesca. Prevalece el más fuerte. El reino de la selva y el sálvese quien pueda.

Cuando no hay confianza, no hay crédito ni contratos duraderos. Ni que hablar de proyectos en los cuales se conjuguen recursos públicos y privados para viabilizar obras públicas de envergadura. En la Argentina, solamente hay acuerdos precarios, donde ambas partes tienen que exhibir sobre la mesa, a la vista del otro, lo que cada uno entregará en el intercambio. Impera el trueque, porque la moneda carece de valor y sus alternativas están prohibidas.

La confianza es una palabra que remite al futuro: en la interacción humana, es la...

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